La Alameda Mariano Escobedo ubicada, en el Centro de Monterrey, antes era uno de los lugares más visitados por los regiomontanos, sin embargo, desde hace años dejó de serlo tras ser abarrotada por personas de otros estados.
En esta plaza han desfilado grandes personalidades, pero también ha sido sede de historias trágicas y transformaciones con el paso del tiempo.
Su nacimiento
Este sitio emblemático nació en 1861 a iniciativa del presidente municipal José María Morelos, en ese entonces su extensión era lo que hoy son las calles Pino Suárez y Villagrán de oriente a poniente, y de norte a sur, Espinosa y Washington respectivamente.
Reducción de espacio
En 1886 se redujo a la mitad el terreno en el que se encontraba por órdenes del entonces gobernador del Estado, el General Bernardo Reyes, una parte fue vendida a particulares y en la otra se construyó una penitenciaría.
Cambio de nombre
Posteriormente en 1888 su nombre cambió a Porfirio Díaz, cuando el general del mismo nombre asumió la presidencia de la República. Años después en 1898 su popularidad incrementó y era visitada por las parejas durante las tardes, las mujeres caminaban del lado contrario a los hombres y ellas portaban sus vestidos largos, guantes y sombrero, mientras los caballeros portaban traje.
Entre los grandes eventos que se llevaron a cabo esta plaza está el de 1906, donde se presentó el primer automóvil en la ciudad, logrando congregar a más de mil personas.
Además, fue escenario de las manifestaciones pre-revolucionarias encabezadas por Francisco I. Madero. Cuando el levantamiento armado llegó a Monterrey, la Alameda fue lugar de fusilamientos y aplicación de la famosa ley fuga.
Tras el triunfo de la Revolución Mexicana, se rebautizó con el nombre del general Mariano Escobedo.
Se convierte en el paseo favorito de los regiomontanos
En los años veinte, se convirtió en uno de los lugares favoritos de los regiomontanos, donde se podía disfrutar de exhibición de animales, estanque, audiciones musicales, juegos infantiles, eventos culturales, entre otros, logrando ser una gran atracción turística.
Posteriormente en los cincuenta, fueron los estudiantes que se refugiaban en este lugar para repasar sus clases, o bien para socializar en el Café Centro Alameda.
Sin embargo, en los setenta, se quitó el famoso café y se demolió el kiosko, para después construir la Fuente Jardín de Cri Cri, en honor a Francisco Gabilondo Soler.
Con el paso de los años y de las diferentes administraciones, fueron destruidas cada una de las atracciones, el zoológico, los juegos mecánicos, la Fuente de Cri Cri, dejaron de hacer eventos y fue transformándose hasta como está en la actualidad.
Pese a que se mantiene activa, la Alameda ha dejado de ser un paseo tradicional para los regiomontanos, pues ahora es visitada por personas de otros lugares del país, como San Luis Potosí, Ciudad de México y Oaxaca, quienes gozan de las pocas atracciones que quedan.
mvls