En el norte del estado, justo en los límites con Coahuila, se encuentra la Presa Salinillas, un importante cuerpo de agua que abastece al municipio de Anáhuac.
Aunque la situación en dicha localidad no ha llegado todavía a un punto crítico como en Monterrey, la escasez del vital líquido se ha vuelto una nada agradable tradición.
Con 18 mil habitantes, Ciudad Anáhuac es un distrito de riego en el que hace varias décadas el Gobierno de Nuevo León construyó la presa Venustiano Carranza, o Don Martín, en el vecino municipio de Juárez, Coahuila.
Lo anterior, y con los ríos Salado y Sabinas como principales proveedores, para el aprovechamiento del mencionado distrito, que comprende el embalse de la presa o laguna Salinillas, ya en nuestra entidad.
Este cuerpo de agua representa también un importante sitio turístico, donde se practican la pesca y la navegación en embarcaciones pequeñas, actividades que, tan sólo la pasada Semana Santa, tras dos años de pandemia, reunieron a más de cuatro mil visitantes.
De algunos años a la fecha, la escasez del vital líquido redujo a una décima parte la producción agrícola.
Ante el riesgo inminente, la gente de Anáhuac comienza a hacer consciencia sobre esta problemática.
Hoy más que nunca se necesita la lluvia en este suelo semidesértico del norte de Nuevo León, otrora fuerte productor de granos, y también de alimento para el ganado.
La distancia, los altos costos y, sobre todo, que apenas es suficiente para abastecer a Anáhuac, harían inviable que el agua de la presa Salinillas calme la sed de la ciudad de Monterrey.
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