Desde los cinco años, Natalia Flores fue diagnosticada con el síndrome de Asperger, una condición del espectro autista, y ahora a sus 20, contó que siempre le fue difícil encajar en la escuela, con amigos o familiares, pero ella lo vio como un reto y se adentró a las artes plásticas que siempre fueron su pasión.
“Pinto desde que tengo memoria, primero fue de poco a poco, fue dibujos, luego pintura, y como que la pintura me llamó tanto la atención. Primero estaba nerviosa y luego como que se convirtió como mi mejor amiga, entonces eso me hace sentir como que ha pasado nada, a veces los sentimientos aparecen”, explicó Natalia.
La artista plástica autodidacta nunca pensó que su misma condición de vivir en dos realidades o mundos la llevaría a encontrar su sello y técnica en la pintura denominándolos Moare y Rumbo. Ha conseguid llevar sus obras Monterrey, Tampico, Ciudad del Carmen, San Francisco y más recientemente, hay una petición de formar parte de una exposición en Madrid.
“Primero me estresaba mucho de encontrar el significado y ya cuando lo encontré dije, ah, pues ya tengo, no tiene todo sentido de que hago la realidad y la fantasía (…) Rumbo es como estas figuritas que representan como si mi vida no tuviera una línea recta, es como revuelta, confusa, no es fácil”, dijo la artista.
Natalia recomienda a las personas que padecen este síndrome, es que nunca se rindan, ni permitan que alguien los llame “raros”, y de ser así, que lo tomen como un cumplido, porque eso los hace más humanos y únicos.
“Acéptate, acepta tus comportamientos, no uses una máscara para encajar, usar tu propia máscara, porque yo lo hice y me arrepiento tanto, entonces me gustaría que ningún chiquito o adolescente o mayor se sienta con ese sentimiento, no te sientas insegura porque la inseguridad es el veneno más grande del mundo porque yo tengo inseguridad aún, los tengo pero intento esforzarme para no sentirlos”, manifestó Natalia.
AA