El King Air 350i de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) está listo para volar a 35 mil pies, adentrarse literalmente en una nube cumulonimbus y esparcir Yoduro de plata con acetona. La misión: surcar el Valle de México, estimular las nubes y recargar el sistema Cutzamala con lluvia.
Los meteorólogos hacen un análisis previo para determinar el momento justo y el lugar exacto; y es que debe haber “condiciones favorables para la estimulación de la lluvia”.
“Es un vuelo que no es muy cómodo, sobre todo por las condiciones meteorológicas, la turbulencia puede llegar a ser fuerte.
“Todo el tiempo volar en condiciones meteorológicas adversas y para eso utilizamos las reglas de vuelo por instrumentos”, dijo en entrevista con MILENIO el capitán segundo de la Fuerza Aérea Mexicana Amaury Estrella, perteneciente al Escuadrón 702.
¿Cómo funciona el bombardeo de nubes?
En esta ocasión la aeronave con matrícula 5213 saldrá de la Base Aérea Militar número 1 en Santa Lucía para realizar una operación, y como si se tratara de un cirujano, el piloto deberá esquivar granizo y hielo, ingresar a un polígono ubicado entre el Estado de México y Michoacán, justo en el momento exacto cuando la nube esté sobre este espacio aéreo, y antes de que comience a precipitar, en un recorrido de casi tres horas.
Para que se den las condiciones, explica el capitán segundo Ricardo Torres, meteorólogo también de la FAM, “tenemos que tener más del 60 por ciento de humedad, analizar dirección e intensidad del viento para que donde queramos caiga la precipitación, que caiga y no haya un arrastre o caiga en otro estado, por ejemplo”.
“Debe de haber una formación de un cumulonimbus, ya en su fase de desarrollo para poder soltar las sales (…) En este caso el yoduro de plata atrapé las partículas de vapor de agua y se puedan formar las gotitas de agua y alcancé a precipitar.
Y es que, si la nube es bombardeada antes o después, la operación podría fracasar.
“Se trata de darle el pequeño empujoncillo que les falta a las nubes para que pueda precipitar una mayor cantidad de agua”, agrega el capitán Torres.
El químico, fabricado por la empresa Renaissance, en coordinación con la Secretaría de Agricultura, es arrojado por personal de la empresa, que se encarga, literalmente de abrir la llave de los tanques y lanzar la solución por un aspersor colocado al final de la aeronave, en una tarea que ya se en coordinación con la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) desde 2020, con resultados positivos en entidades como Baja California, Tamaulipas, y Nuevo León.
Para lanzarlo, explica, “nos basamos en pronósticos que nos da meteorología”.
“Nuestro trabajo es bajar más agua, porque hay veces que estamos a 60 por ciento y decimos va a llover. Sí es cierto, pero dice que va a llover 3 mm de agua.
“Y si nosotros inducimos la nube, puede que caiga el doble o el triple, normalmente andamos entre 25 y 60 por ciento arriba de esos pronósticos”, explica Luis García, ingeniero agrónomo de esta firma.
Es leído el Briefing de vuelo y hay luz verde para dar inicio a la misión, que obliga a los meteorólogos y pilotos del Escuadrón 702 a encender alertas. Hay confianza y seguridad para volar entre fuertes vientos y la formación de hielo en las superficies de control de la aeronave.
“Estamos listos para empezar este año, todo va a salir muy bien como en años anteriores, y pues estamos para eso, para servir”, advierte el capitán Estrella.
PGG