La Ciudad de México, una de las urbes más grandes y pobladas del mundo, tiene una historia que se extiende por más de 700 años. Aquí en TELEDIARIO, te contamos cuándo nació y qué nombres ha recibido.
Desde su fundación en tiempos prehispánicos hasta convertirse en la capital de un país moderno, la ciudad ha sido testigo de una evolución cultural, política y social que refleja las profundas transformaciones de México.
¿Cuándo nació la Ciudad de México?
La Ciudad de México nació el 13 de marzo de 1325, fecha en que se fundó Tenochtitlan, la gran capital del Imperio Mexica. De acuerdo con la leyenda, los mexicas, dirigidos por su líder Huitzilopochtli, establecieron la ciudad en un islote del Lago de Texcoco, luego de que un águila posada sobre un nopal devorando una serpiente les indicara el lugar ideal para construir su hogar.
Tenochtitlan creció rápidamente y se convirtió en una de las ciudades más avanzadas del mundo prehispánico, destacando por sus complejos sistemas de chinampas (islas artificiales) para la agricultura, su impresionante arquitectura y su sofisticada organización política y social, pasando por procesos de conquista, Colonia y de Imperio, tales como la lucha interna entre grupos federalistas y centralistas, dos invasiones extranjeras (la francesa y la norteamericana), el Porfiriato y la Guerra de Reforma, por mencionar algunos.
No obstante, fue el 18 de noviembre de 1823, al terminar de manera oficial el Primer Imperio Mexicano y con la proclamación de la Primera República Federal, que el Congreso decidió fundar un Distrito Federal para albergar los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
¿Cómo se llamaba antes la Ciudad de México?
La Ciudad de México, como la conocemos hoy, tiene una historia que refleja tanto su herencia prehispánica como los procesos políticos y administrativos que han dado forma a la nación. Uno de los nombres más significativos que recibió a lo largo de su historia fue Distrito Federal, también llamado DF, un término que tuvo vigencia desde la creación del Estado mexicano hasta el año 2016.
Este nombre no sólo fue un cambio de denominación, sino también una transformación en su estatus político y administrativo, que marcó una nueva etapa en su evolución como capital del país.
El concepto de Distrito Federal surgió en 1824, cuando se promulgó la primera Constitución Federal de México. El país adoptó un sistema de gobierno federalista, lo que implicó que la capital del país necesitaba un estatus especial, distinto al de los demás estados. Así, el gobierno central decidió establecer un "distrito" que no perteneciera a ningún estado específico, de modo que pudiera ser administrado directamente por el poder federal.
Este fue el origen del Distrito Federal, cuyo territorio comprendía gran parte de lo que hoy es la Ciudad de México, y su principal función era albergar a las instituciones del gobierno nacional.
A lo largo del siglo XIX y XX, el Distrito Federal creció y se transformó, convirtiéndose en el corazón político, económico y cultural del país. A pesar de su expansión, su estatus como entidad separada de los estados mexicanos generaba una relación ambigua con el resto del país. Aunque la capital era un territorio autónomo en cuanto a la administración federal, la falta de representación política plena para los habitantes del Distrito Federal generaba demandas sociales. Los ciudadanos no podían votar por senadores ni tener plena representación en la Cámara de Diputados, lo que llevó a una creciente exigencia de una mayor autonomía.
¿Por qué se cambió el nombre de la Ciudad de México?
En 2016, el nombre Distrito Federal fue oficialmente cambiado por el de Ciudad de México, y con ello, se otorgó un nuevo estatus a la capital del país. Esta reforma fue parte de un proceso de descentralización y democratización que buscaba dar mayor poder a los habitantes de la capital.
Así, la Ciudad de México dejó de ser una "entidad federativa especial" para convertirse en una de las 32 entidades federativas del país, con un gobierno propio y mayor autonomía. Este cambio de nombre no sólo representó un ajuste administrativo, sino también un reconocimiento de la importancia de la ciudad como un actor clave en la política mexicana, siendo todavía la sede de los tres poderes de la unión.
A lo largo de los siglos, la Ciudad de México se ha expandido, transformado y modernizado, pero siempre conservando su profundo vínculo con las civilizaciones que la habitaron antes de la llegada de los europeos. Hoy, la Ciudad de México sigue siendo un crisol de historia, cultura y tradición.
AFV