El sonido y el vibrar de las tamboras de danza de pluma o de carrizo (matachines) son una invitación automática al festín de asado de puerco y sopas que conforman el platillo de la reliquia. Este banquete que cientos de familias ofrecen a un santo o advocación de la Virgen María como parte de una manda o por gratitud, una fuente de identidad de La Laguna.
Se trata de una costumbre religiosa que tiene raíces en la migración nacional que, a inicios de siglo, se extendieron en las tierras laguneras. Es una ofrenda en forma de banquete que se reparte sin distinción alguna a quienes se acerquen luego de un rosario, con lo que creyentes y no tan creyentes acuden al llamado para disfrutar el platillo estrella de la región.
¿Qué es la reliquia?
La palabra reliquia, en el sentido religioso proviene del latín reliquiae “restos”, que pueden tratarse de restos u objetos utilizados por un santo, sin embargo, en esta región, fue la misma gente la que colocó este nombre al platillo; un significado salido de la misma comunidad.
En su propia manteca se fríe la carne de cerdo, para luego, bañarse en salsa roja de chiles secos o salsa verde de chile jalapeño, lo que se complementa con la guarnición de las llamadas “siete sopas”, entre las que puede haber pastas de espagueti, coditos o macarrón, y sopas con formas de letras, estrellas o fideos, sin faltar, un buen arroz.
Tras los cinco misterios, las letanías y cantos de alabanza del Santo Rosario empezará la repartición de la reliquia. Algunos asistentes toman su lugar en la mesa de la casa anfitriona, y otros, toman su lugar pero en la fila ya con su respectivo recipiente para llevar, mejor conocido como ‘toppers’, a la espera de parar frente a las ollas donde sirven los anfitriones.
Aspectos que componen una reliquia
Cindy Bueno Gómez destaca que los aspectos simbólicos que componen a una reliquia tienen que ver con lo religioso, la gastronómico y lo popular, lo que engloba una serie de elementos que distinguen y diferencian este platillo con otros guisos.
En el aspecto religioso, para que sea una reliquia debe ser ofrecida por cumplir una manda o promesa; por el sentimiento de compartir o por bendición de la comida. “Si no tiene estos tres elementos, es un asado de bodas o asado de rancho, pero no una reliquia”, destaca.
Sobre el aspecto gastronómico, Martha Rosales, promotora cultural de Culturas Populares Durango, enfatiza que la reliquia va más allá de ser un simple asado rojo y siete sopas, sino que está llena de simbolismo y tradición, cuya preparación e ingredientes varían según la comunidad pero forman la misma identidad.
En sus investigaciones destacan no solo se ofrece el platillo de cerdo con salsa, sino que hay comunidades y sectores en donde se reparte hasta mole, tamales u otros guisos para compartir en honor a un santo, recetas que son heredadas de generación en generación como la del tradicional asado rojo. Incluso Culturas Populares de Durango ya planea hacer un recetario de reliquias.
“En Rodeo hacen asado verde de chile poblano porque lo cultivan. En Peñón Blanco hacían reliquia con mole, pero una reliquia puede ser atole y pan, no solo asado rojo y siete sopas.
Hay comunidades que hacen asado con chile molido y aún hay personas que usan el metate. En Mapimí ofrecen una sopa de macarrón y espagueti con mayonesa”, comparte.
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