En el 2007, Delfino Santel tomó una decisión que le cambiaría la vida para siempre. Ingresó a trabajar al Panteón Municipal de Puebla y convivir con la muerte se convirtió en su rutina, pues es el último en convivir con los cuerpos de aquellos que perdieron la vida antes de ingresarlos al crematorio.
En entrevista para TELEDIARIO, el cremador narró cómo ha sido dedicar los últimos 16 años de su vida a los servicios funerarios, un trabajo que a su juicio no es para cualquiera, ya que implica mucha preparación mental y profesionalismo.
"Lo más doloroso que he visto acá es cuando a los papás se les muere un hijo y más cuando es esperado con ansías. Eso es de lo más feo que hemos visto", lamentó Delfino.
¿Cómo es el trabajo en el crematorio del Panteón Municipal de Puebla?
Delfino recibió a nuestro equipo mientras ejercía la cremación del cuerpo de un bebé, un proceso que lleva dos horas en promedio. Sin embargo, explicó que la obtención de las cenizas dependerá de algunas condiciones físicas del fallecido, como el peso, la estatura o la edad.
"En una ocasión cremamos a una persona de 220 kilos y nos tardamos cuatro horas con el horno a todo lo que da", contó.
Recordó que el horno crematorio del Panteón Municipal entró en funciones en septiembre de 2012 y desde entonces, su trabajo es el mismo: ingresar los cuerpos al horno hasta que se convierten en cenizas.
Explicó que recibe el cuerpo de las funerarias y cuando lo saca de la caja, antes de ingresarlo al horno deja que los familiares se despidan, algo que reconoce que es muy doloroso para las personas.
"Cuando saco los cuerpos de la caja yo sí dejo que los familiares se despidan, ya es lo último, pero es la elección de cada quien. Trato de que sea lo más rápido posible porque mientras más se tardan, más doloroso se vuelve para ellos".
Después mete el cadáver al horno que tiene una temperatura de 650 grados centígrados y al final procesa las cenizas, las cuales deposita en una urna para entregarlas a los familiares.
La costumbre de trabajar con la muerte
Delfino es un adulto mayor y es creyente de Dios, pero toma su trabajo con profesionalismo y vocación para alejar pensamientos negativos o situaciones paranormales en las que rechazó creer.
"Nunca le he temido a esto, nunca me han espantado. Lo que sí creo es que nos predisponemos para entrar a un lugar así. La mente es tan poderosa que creamos imágenes, pero yo nunca he visto nada, de verdad", afirmó.
Con más de 11 años ejerciendo como cremador, consideró que la cremación es la mejor alternativa para despedir a los seres queridos, ya que es más económica y más amigable con el medio ambiente.
"En una parte de la Biblia dice: 'Polvo eres y en polvo te convertirás'. Así como los entrego después en el ataúd o en la tumba también así quedan. Lo único que hacemos acá es que se acelera el proceso. Allá son de 30 a 50 años para que queden igual que los sacamos acá, solo son dos horas y media y ya salen en polvito".
Delfino comentó que a su hijo no le agrada la idea de la cremación, pero esa será su voluntad cuando muera porque "es lo más digno" y se impide que los mantos acuíferos se contaminen, ya que con la inhumación, el cuerpo expide líquidos que se quedan en el subsuelo.
La cremación más antigua de la que se tiene registro a nivel mundial es la de 'Lady Mungo', una mujer que habitó hace aproximadamente 42 mil años en lo que hoy se conoce como Australia. En México esta práctica también fue común entre las culturas mesoamericanas, pero fue abolida con la llegada de los españoles.
Actualmente la cremación ha ganado terreno entre la población mexicana como una alternativa para hacerse cargo de los restos humanos, aunque su utilidad se aceleró con la pandemia de covid-19. Para el caso de Puebla, se estima que dos de cada 10 servicios funerarios optan por esta opción.
AGA