El hallazgo de cinco cuerpos decapitados en Ojuelos, Jalisco, el pasado 13 de octubre, reavivó la preocupación sobre el incremento de la violencia extrema en el estado. La decapitación y exhibición de cadáveres en la vía pública es una de las prácticas más brutales que los grupos del crimen organizado han adoptado para generar terror entre la población. Esta táctica, utilizada históricamente como símbolo de poder y venganza, se ha convertido en una herramienta de control social en el México contemporáneo.
Rubén Ortega Montes, integrante del Observatorio Ciudadano de Seguridad y Justicia de la Universidad de Guadalajara (UdeG), afirmó que estas prácticas de violencia extrema no son nuevas en la historia de la humanidad.
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"Recordemos de dónde viene esta práctica de mostrar cabezas, y era de la forma extrema en la que los guerreros antes de Cristo y posterior a los primeros siglos después de Cristo, manejaba el triunfo del otro grupo contra el que se enfrentaban, el demostrar las cabezas en una lanza", explicó el especialista.
¿A qué puede deberse esta crisis de violencia?
Ortega Montes señala que la alarmante situación de violencia en Jalisco responde a un ciclo en el que las expresiones extremas de violencia se han vuelto comunes en la lucha por el control del territorio.
"Tal parece que la violencia es cíclica y más la violencia extrema y esto es lo que se denomina, aunque no lo reconozca la ley, el terror urbano, el terror que se desarrolla por parte del crimen organizado para infundir esa reacción en cuanto a la ciudadanía", aseguró Ortega.
El caso más reciente de cuerpos decapitados, que incluye la identificación de Jonathan David Guerrero, un joven de 19 años desaparecido desde septiembre, revela no solo la brutalidad de los hechos, sino también la impunidad que suele rodear estos crímenes. "El gobierno de Jalisco carece de estrategia, logística, persuasión y disuasión en la persecución del delito de homicidio, por lo que regularmente estos casos quedan impunes", denunció Ortega Montes.
Ante esta situación, el especialista en seguridad urgió al gobierno federal a devolver el programa FORTASEG, un subsidio que fortalecía las capacidades de seguridad de los municipios con mayor equipamiento e infraestructura. Según Ortega Montes, sin este tipo de apoyo, las fuerzas locales carecen de los recursos necesarios para enfrentar la creciente ola de violencia.
"Esto que está ocurriendo en Jalisco es de poner alerta, es de poner luces rojas, ya no amarillas, luces rojas, y que el estado se coordine en una manera más perfecta, más precisa con la federación, ahora que ya se resolvió la cuestión estatal, y que la oficina de la presidencia y del nuevo gobierno del estado trabajen en coordinación", subrayó Ortega.
La decapitación y el abandono de cuerpos no solo evidencian la crueldad de los grupos delictivos, sino también la urgencia de replantear las estrategias de seguridad en el estado. Con una sociedad aterrorizada y crímenes que, en su mayoría, quedan sin resolver, Jalisco enfrenta una crisis de seguridad que exige acciones inmediatas y contundentes por parte de las autoridades.
AM