Emma López Oranday es bailarina de profesión. Desde muy pequeña inició en las artes y a sus 19 años se ha presentado en escenarios majestuosos tras años de entrega, determinación y paciencia.
“Si el primer día que entré a la escuela me hubieran dicho que iba a ir al Vaticano, no me lo hubiera esperado, fue algo increíble”.
“La danza el año pasado me llevó al Vaticano. Es algo que no me esperaba, es algo que realmente llegó con un conjunto de cosas. Me tocó ir al Vaticano, ser partícipe del evento de Navidad mexicana del Vaticano y estuve allá, con ayuda del patronato”.
Es alumna de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey y buscará compartir su conocimiento futuras generaciones.
Este miércoles participará en su segunda gala, un espectáculo dirigido por el Patronato de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey.
"Realmente es para mostrarles que vale la pena apoyarnos a nosotros".
En esa misma institución también sobresale Julián Garza Ramos, con 17 años de vida y siete de carrera, cuya potencia con la que despega los pies del suelo, lo han llevado a países que jamás imaginó.
Julián admitió que los saltos y movimientos son el resultado de años de esfuerzo y amor por el arte. Además, contó que busca romper paradigmas en la escena dancística.
"Todavía me enfrento a eso, a veces que salgo a la calle que salgo con ropa de ballet, con short y mallas, pero es algo cotidiano, uno aprende a vivir con eso y espero que en algún momento la danza sea inclusivo".
Su gusto por las artes despertó en una clase a la que fue invitado durante una audición de su hermana, también bailarina, y desde entonces no se separó de la danza.
Está por viajar a Londres y próximamente buscará una compañía de danza que detone su carrera artística, en Europa.
mvls