La Navidad para muchos adultos mayores de la región Laguna ya no posee el mismo brillo ni el mismo espíritu de unión que recuerdan de su juventud.
Lo que antes eran bulliciosas posadas, grandes peregrinaciones en los barrios y elaborados nacimientos que fungían como epicentro de la comunidad, hoy contrasta con la realidad de celebraciones que se perciben como aisladas y fragmentadas.
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Testimonios de adultos mayores revelan una realidad diferente
Enrique Velázquez, de 83 años, evoca una época en que la unión familiar y el acompañamiento a los mayores eran la esencia de las festividades. En su opinión, el auge de la tecnología y las nuevas dinámicas sociales han desplazado esos fuertes vínculos que mantenían vivo el verdadero espíritu navideño.
Las escenas con pastores y los nacimientos de barrio representaban una identidad compartida que, poco a poco, ha desaparecido del paisaje decembrino.
Esta sensación de cambio es compartida por otros. José Bracho coincide en que el espíritu navideño se ha diluido, y relata cómo las celebraciones se han vuelto eventos donde cada quien opta por pasar el día a su manera, dejando atrás las peregrinaciones caseras y las amplias cenas con toda la familia.
Considera que las redes sociales han fragmentado la convivencia y han alterado las prioridades de los jóvenes, quienes ya no perciben a padres y abuelos como el centro emocional de estas fechas.
Para Francisco Roel, de 69 años, esta pérdida de prácticas tradicionales está íntimamente ligada a un aislamiento progresivo entre generaciones. Él recuerda una infancia marcada por la ilusión y la convivencia, elementos que hoy ve ausentes tanto en los templos como en los hogares.
Roel advierte que se ha perdido la noción del sentido familiar que caracterizaba la temporada e insiste en la necesidad de rescatar estas costumbres, fomentando el acercamiento entre jóvenes y mayores, lejos de la influencia de las pantallas.
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DIF Municipal de Gómez Palacio busca fortalecer los lazos
La realidad es que, si bien diciembre se asocia con alegría y encuentro, la soledad es el telón de fondo para muchos adultos mayores. La pérdida de tradiciones ha significado también la pérdida de espacios donde estas personas eran parte central de la celebración.
Las voces de los mayores coinciden en un punto doloroso: el aislamiento hacia ellos aumenta en diciembre.
Muchos jóvenes se alejan, otros priorizan actividades laborales o personales, y no faltan quienes han dejado de ver en la Navidad un momento para el reencuentro con sus raíces. Para quienes crecieron entre posadas y cenas extensas, el cambio no solo es evidente, sino que duele.
Ante esta problemática, instituciones como el DIF Municipal de Gómez Palacio buscan fortalecer espacios de acompañamiento. Lupita Aguirre, directora del organismo, explica que se organiza una posada especial para los adultos mayores bajo su cuidado, una iniciativa a la que se suman escuelas y organizaciones civiles para ofrecerles convivencias y actividades significativas.
En una temporada que insiste en hablar de unión, se hace evidente que la celebración solo cobra sentido cuando quienes la iniciaron siguen teniendo un lugar en ella.
Los adultos mayores no son un recuerdo, sino la raíz viva de las tradiciones. Su presencia sostiene el espíritu navideño que muchos creen perdido, y su compañía es un acto de gratitud y humanidad que urge reconstruir.
POT