La temporada navideña no es la misma para todos, pues las condiciones económicas influyen en cómo pasarán las familias su noche buena, no a todos les alcanza para una cena, mucho menos para regalos.
Tal es el caso de don Marcelino Trinidad de 82 años, quien desde las primeras horas del día salió al pórtico de su humilde morada en la calle San Alfredo de la Comunidad de San Juan de Abajo, con la esperanza de que este año si lo visten sus hijos.
“Me voy a quedar aquí, a ver si este año si vienen, a ver si por lo menos me traen un taquito” narra con una voz apenas audible.
Su compañera de vida partió desde hace varios años, por lo que desde que enviudó vive solo en un cuarto que da a la calle, al interior solo está su cama y unos cuantos objetos personales.
Sus vecinos en ocasiones le ofrecen ‘un taco’, otros le llevan un café ocasionalmente, pero nada sustituye el calor de la familia y de tener un hogar.
“Si tengo mis hijos, mis nietecitos, pero ya no me visitan, ya nadie viene. Ese es mi deseo, que este año si vengan”
Eso es la realidad de muchos vecinos de San Juan de abajo, ubicado en unos uno de los principales polígonos de pobreza en la ciudad de León, si bien algunas calles ya cuentan con alumbrado público prácticamente ninguna se encuentra pavimentada o con drenaje, muchas de las casas se encuentran en obra negra, otras son improvisadas a base de tablones, cartones, láminas y prácticamente lo que encuentren para protegerse del frío.