El Museo de la Ciudad, es una edificación que a lo largo de los años ha permanecido erguida en las inmediaciones del primer cuadro de la Capital, decenas de trabajadores y funcionarios han desfilado en sus aposentos, sin embargo, su origen se remonta a finales de los 1800 y, su historia alberga dos muertes muy significativas que, al día de hoy continúan siendo motivo de asombro y misterio para sus trabajadores.
Las muertes que marcaron el Museo de la Ciudad
Una menor ahogada en un pozo y su madre, son los dos decesos que al día de hoy continúan siendo avistados por los paseantes del recinto, no solo porque su leyenda ha sido transmitida de generación en generación, sino porque sus almas continúan deambulando en las aulas de cinematografía y minería.
“Nosotros hemos constatado que, aquí en el museo, ocurren diversos eventos paranormales, existen algunas manifestaciones que nos han dejado muy sorprendidos y, no solo estoy hablando de la muerte de la niña ahogada y la de su madre que no la puso salvar, ni tampoco me refiero a la aparición del grabado de la virgen de la almas, sino me refiero al apagado y prendido de las televisiones antiguas y a las sombras que se ven deambular de cuarto en cuarto a cierta hora del día,” relató Socorro Armendáriz, trabajadora del museo.
Empleadas buscan protección divina ante actividad paranormal
Las manifestaciones no se han limitado a explicaciones vagas o a percepciones meramente personales, puesto que, el péndulo de lámparas ubicadas sobre la planta alta, también ha comenzado a balancearse sin explicación lógica y ha sido objeto de diversas miradas que prefieren guardar secrecía por temor a magnificar el fenómeno.
“Cuando ocurre esto, las lámparas del segundo piso también comienzan a moverse sin motivo alguno y, esto no lo he visto solo yo, sino varias compañeras que preferimos retirarnos inmediatamente y no hablar del tema para no hacerlo más grande… La situación aquí, ha llegado a ser tal que, incluso, hay muchas compañeras que ya mejor nos traemos nuestro cristo, nuestra virgencita o nuestros santos porque no queremos que nos vaya a pasar algo o que se nos vaya a pegar algo,” refirió la empleada del recinto.
La situación ha logrado trascender al grado que, en diversas ocasiones, algunas trabajadoras han logrado recopilar evidencia fehaciente de presencias que, hoy en día, rondan la sala de cabildo e irrumpen la tranquilidad de los trabajadores, sin embargo, afortunadamente para la plantilla laboral, ni las sombras merodeando el sitio, ni los objetos embrujados o el descenso repentino de temperatura ha impedido que cumplan con su trabajo, hasta el momento
DR