Lucía Verdín, o mejor conocida por el nombre de 'Wera Limón', se ha enfrentado contra lo establecido, involucrándose en la atención de las poblaciones vulnerables y convirtiéndose en un referente de la comunidad LGBT dentro de la política local.
Pese a la poca apertura que existe en el ámbito político para la comunidad LGBT, la Wera Limón lleva 12 años dedicándose a la defensa de los derechos humanos y a la inclusión.
En este sentido, no solo ha atendido problemáticas que algunos tienen fuera de foco, sino que también se ha convertido en una de las pocas personas de la comunidad LGBT que forman parte de la política, lo cual atribuye a varios motivos:
“Primero pues hay una falta de referentes muy importantes, es decir, no tenemos mucha referencia de otras personas que en lugares tan pequeños, como en los municipios, pues tengan algún cargo (…) la segunda pues es una apatía social hacia la política, un desencantamiento de lo que se puede llegar a hacer”, explicó.
Y, justamente, al incursionar en este ámbito poco a poco se posicionó como uno de estos referentes, pero para lograrlo se tuvo que enfrentar a las normas existentes, siendo ello una de las principales dificultades que debió superar en el camino.
“Pues los retos son muchos, no, por ejemplo, desde cómo rompes con la norma, cómo te presentas de forma distinta, cómo esto te abre o te cierra puertas con algunas personas, porque tienen una idea de lo que debería ser una persona que se dedica con el cargo de regidora”, comentó.
No obstante, más allá de ser una regidora abiertamente lesbiana, comenta que la transparencia en sus acciones y su personalidad, así como el nivel de interiorización de los estereotipos existentes en la sociedad, han traído consigo una violencia sobre ella que, si bien no se ve reflejada en actos y palabras, sí involucra miradas y complicidades; sin mencionar que también ha sido víctima de cierta discriminación.
“Podríamos decir que sí; en primera, por ser mujer, en segunda por ser lesbiana. O sea, los espacios son muy reducidos para las mujeres, pero para las mujeres lesbianas todavía más reducidos. Y, como te decía, no es una violencia expresa, es una violencia como muy sutil en la forma, en la aplicación” expresó.
De este modo, se ha abierto un espacio en donde usualmente no lo hay, y no solo eso, sino que se ha ganado la confianza de muchas personas de la comunidad LGBT que en ocasiones se acercan a ella.
Aunque, también asegura que son justamente todas esas experiencias las que le permiten ver que el pertenecer a la comunidad LGBT “puede ponerse en un papel que nos lleve a encontrarlos con otras personas y que, pues, pueda también salvar vidas”.
SEMY