Doña María Rosa Aguilar resumió la devastación que la tormenta Alberto dejó a su paso por Nuevo León, pues señaló que “a mi Alberto me dejó sin casa, me dejó sin nada”.
Los sueños de esta mujer quedaron enterrados bajo los escombros de lo que alguna vez fue su hogar en la calle Zarzamora, de la colonia Fernando Amilpa, en Escobedo.
El viernes, tras las intensas lluvias y la humedad, la estructura de su vivienda no resistió y colapsó, afectando a las once personas que vivían en ese domicilio.
Afortunadamente, en el momento de la tragedia, solo su nieto David, de 14 años, se encontraba en el lugar y salió ileso.
"Lo que más me impactó es que, aunque toda mi casa se vino abajo, la figura de San Judas Tadeo quedó intacta", cuenta doña Rosa con un jesto de asombro y fe. Para ella, esto es un pequeño milagro en medio de la desolación.
Doña Rosa no tenía una casa lujosa, pero era su hogar, construido con esfuerzo y dedicación.
"No tenía bonita casa ni mucho menos, pero era mi casa. Construida con mucho trabajo y esfuerzo. Pobre mi casa, sin lujos ni nada, pero era mi casa", expresó con tristeza.
A pesar de la pérdida material, Doña Rosa mantiene una actitud de resiliencia y optimismo. Para ella, lo más importante es la salud y seguridad de su familia.
"Ante esto, lo veo como una nueva oportunidad para salir a trabajar y luchar por mis sueños".
Ahora, doña Rosa y su familia se enfrentan al desafío de reconstruir sus vidas desde cero.
Con el apoyo de la comunidad y su incansable espíritu, se preparan para superar esta difícil prueba, demostrando que, aunque las tormentas puedan derrumbar paredes, no pueden destruir la esperanza y la voluntad de seguir adelante.
elmm