¿Por qué NO debemos llamarle monstruos a los feminicidas?

Promover que estos crímenes son novelas de horror y no un problema social que ocurre mucho, facilita que se siga cometiendo.

Feminicidas no son monstruos, son personas que se piensan impunes./Antonio Texta.
Ciudad de México /

Los feminicidios de al menos 62 mujeres cometidos por siete hombres desde 2007, han cimbrado a la sociedad. Conocidos por sus apodos: El Caníbal de la Guerrero, El Coqueto, El Matanovias y finalmente los "Monstruos"... de Ecatepec, de Toluca, de Atizapán y de Iztacalco, estos asesinos adquieren una negra fama, espacios en medios y sus víctimas quedan en el olvido, hasta que nuevos asesinatos de mujeres indignan a la sociedad, en un ciclo que parece no tener fin.

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Estos crímenes se han convertido en una especie de novela de terror, donde el protagonista es el feminicida. En el caso de los feminicidas seriales, nos enteramos de cada detalle de su vida, se hurga en sus traumas como si se tratara de buscar justificación, y algunos terminan con su propia serie en las plataformas de streaming, como si hubieran hecho algo extraordinario y fantástico.

Sin embargo, los 10 asesinatos de mujeres que se cometen en promedio al día por razones de género, según datos de ONU Mujeres, hacen de este delito una situación frecuente, por lo que resulta imposible no preguntarse por qué si el feminicidio ocurre tanto, a los feminicidas los seguimos llamando “monstruos”.

Además, llamar “monstruos” a los asesinos de mujeres invisibiliza que este delito es originado por el machismo y la misoginia, explicó en entrevista con TELEDIARIO la doctora en sociología y experta en temas de género, Elisa López Miranda.

“Entonces, esta idea del feminicida como monstruo, como excepción, invisibiliza que hay una serie de condiciones legales, sociales, en los medios de comunicación, culturales, que hacen plausible el feminicidio”. Elisa López Miranda, socióloga.

La socióloga toma como referencia la definición de “monstruo” de la Real Academia Española para concientizar sobre esta problemática de apodarlos así: "es un ente fantástico que representa anomalías o desviaciones respecto a su especie".

¿Necesitamos conocer el perfil del feminicida?

Entre “El joven que tocaba el piano y descuartizó a su novia”, título de una nota sobre Juan Méndez Ovalle, quien en 2013 asesinó a Sandra Camacho, una joven de 17 años que era su novia, y “El químico de Iztacalco que viajaba por el mundo y habla tres idiomas”, han pasado 11 años y han sido reconocidos 7 mil 432 feminicidio, de acuerdo con estatista del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y la narrativa parece no cambiar.

Hay quienes buscan, como una necesidad, entender el perfil de los feminicidas seriales, y por otro lado, con justa razón, hay quienes critican estas coberturas que convierten a los feminicidas en personajes casi heroicos.

“Tenemos que concentrarnos más que en perfiles o patrones de personas, en perfiles y patrones del hecho, en patrones del feminicidio y en patrones de impunidad y observar como no solamente no se avergüenzan, sino que se sienten (los feminicidas) orgullosos y se sienten heroicos; y cómo no se van a sentir orgullosos y heroicos si en los medios de comunicación eso es lo que se reproduce y eso es lo que se presenta. Por eso es importantísimo cambiar el discurso, dejar de fijarnos en el individuo y atender cómo es sistémico”.

La doctora citó la traducción de feminicide, o feminicidio como se llama a este delito en Latinoamérica, de Marcela Lagarde quien apunta que este está más cerca del genocidio que del homicidio por ser sistemático “porque hay una serie de condiciones sociales que lo hacen plausible. Y eso es lo que tendríamos que estar subrayando en los medios de comunicación”.

La impunidad y los feminicidios

La experta señala que el feminicidio es un problema sistemático, que no tiene que ver con el pasado traumático de quién lo comete, sino con una serie de circunstancias que lo facilitan y la manera en que los medios tratan a los feminicidas, es uno de esos facilitadores.

“Esto de mostrar al feminicida como inteligente, ágil, audaz (...) finalmente tiene esta característica como de héroe porque pudo burlar la justicia… Pero en realidad no se necesita mucha habilidad, ni mucha audacia para burlar a la justicia mexicana”, sentencia Elisa López Miranda.

La investigadora de temas de género asegura que el problema de los feminicidios, además del machismo y el tratamiento que los medios le dan, está en las fiscalías, pues “son indolentes, corruptas, hiper burocráticas: de eso no se habla en los medios de comunicación porque es más peligroso y eso no es espectacular”.

A causa de este trabajo deficiente en las fiscalías, quienes cometen un delito, quienes asesinan mujeres, saben que es muy probable que nunca sean investigados ni sancionados, denuncia Elisa López.


El caso de Miguel ‘N’, el último feminicida atrapado en México, revela que efectivamente la actuación de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México es la que debería estar bajo la lupa y no el asesino, pues fue atrapado por los vecinos de María José, su última víctima, y no como resultado de ninguna investigación, pese a que existen fichas de búsqueda de al menos cuatro mujeres desde 2015 y que eran cercanas a él.

Otros casos de feminicidio que han obtenido justicia en el centro del país, han sido resultado del trabajo de las madres de las víctimas y no de las fiscalías: las muertes de Lesvy Berlín Osorio y Mariana Lima Buendía fueron consideradas suicidios y fue el trabajo de investigación de sus madres el que consiguió la evidencia para que estos delitos se hayan castigado como feminicidios.

Claudia Andrea, una de las presuntas víctimas de Miguel ‘N’, fue localizada en su casa envuelta en cobijas, según su hermano y con signos de asfixia, sin embargo, la Fiscalía de la Ciudad de México declaró inicialmente que se trataba de “muerte natural”.

Es por esto que, López Miranda insiste en que continuar estableciendo ese vínculo entre el feminicida y su pasado traumático o el feminicida y alguna cuestión psiquiátrica, invisibiliza el actuar de las fiscalías y deja de lado el factor común de los feminicidios... la impunidad.

ZP


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