Para que una historia se convierta en leyenda debe tener que nos haga viajar a la historia misma, un ejemplo de ello son las construcciones y las casas, mudos testigos que se resisten a morir en medio de la modernidad de la urbe, es justo como la casa de Aramberri.
La tragedia que marcaría por décadas como uno de los crímenes más recordados en Nuevo León inició la mañana del 5 de abril del año 1933,
Una mano tocó tres veces la puerta del 1026 de la calle Aramberri, y la señora Antonia Lozano abrió la puerta para ser sorprendida por cinco hombres, quienes la sometieron junto con su hija Florinda.
Los tres hombres se apoderaron de objetos valiosos en la casa y no conformes abusaron y asesinaron a madre e hija. Días más tarde, al volver de viaje, don Delfino, el hombre de la casa, regresó y descubrió la escena.
Sin embargo, las autoridades hallaron pistas del crimen, entre ellas un loro que repetía "no me mates Gabriel, no me mates". El ave se refería a un carnicero del barrio, y junto a él, dos sobrinos de Doña Antonia.
Gabriel y sus cómplices fueron detenidos, y se les aplicó la ley fuga: la muerte y posterior exhibición de sus restos.
Hoy la casa es un espacio perdido en el tiempo de Monterrey, donde se dice, hay sucesos paranormales.
Pero no es la única leyenda vinculada a una enigmática propiedad.
La historia relata que en la colonia Contry La Silla 3er sector, en la década de los 70, un hombre edificó una propiedad en la que su hija, postrada en una silla de ruedas, pudiera desplazarse por la casa sin dificultades.
Aunque los albañiles trabajaban para llevar a cabo la construcción, uno de ellos cayó de lo alto y murió. Al cabo de las semanas un segundo albañil cayó y al gritar señaló que algo o alguien no los quería en el sitio.
Lo anterior causó el abandono del personal.
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El padre de familia, acongojado, un día llevó a su hija para un recorrido por la obra gris, en el cual también su pequeña cayó desde la parte alta y murió.
Desde entonces la llamada Casa de los Tubos, por su peculiar diseño, quedó en el abandono, hasta hace unos años cuando la propiedad fue adquirida por nuevos dueños y remodelada.
Si bien no se reporta actividad paranormal, la leyenda pasó de boca en boca.
Leyendas como estas hay por miles en la ciudad, pues la modernidad de la urbe tiene como cimientos las historias del viejo Monterrey.
mvls