El amor de hermanos no tiene final. Luis Antonio y Antonio Guadalupe lo saben, a pesar de las complicaciones de la vida.
Luis Antonio, de 37 años padece parálisis cerebral; mientras que Antonio Guadalupe, de 39 años padece autismo. Es el mayor quien cuida a su hermanito. Lo protege, lo alimenta, lo baña, y vela por él. Sobre todo desde el 2019, cuando sus padres, conserjes adscritos a la Sección 50 de maestros, murieron.
Desde entonces, la soledad ha sido la única compañera de los hermanos Antonio.
La casa donde viven y crecieron está intestada, no tienen acceso médico, ni a la pensión de sus padres, por el simple hecho de que no hay un tutor legal que los represente.
Verónica Edith Campos, prima segunda de los hermanos, es el pariente más cercano y busca tener la tutela, y así luchar por los derechos que les corresponden, pero desgraciadamente la burocracia es tan lenta en los juzgados que apenas y si se han fijado en el caso.
Un procedimiento que pudo resolverse en tan sólo tres días demoró dos meses, y ahora hay un tutor interino para los hermanos. Un tutor interino que desconoce su situación y que cobrará en tanto no culmine el juicio para designar a un tutor formal. Las oficinas de los juzgados definitivamente no están en las condiciones de esta casa, ni los jueces pasan las carencias de estos dos hermanos.
Los representantes legales y la prima de los hermanos exigen celeridad a los procesos a Hortencia Ruiz Guerrero, juez del Juzgado Segundo de los Familiar del Tercer Distrito Judicial del Estado, y así, que finalmente los hermanos pueden vivir con mayor decoro.