Los incrementos de los productos de la canasta básica, los niveles de inflación de más de seis por ciento y los efectos de la pandemia de covid-19, las familias poblanas enfrentan una situación difícil de precariedad, la cual representará un reto para su economía.
De acuerdo con Miguel Calderón Chelius, coordinador del Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana Puebla, el problema actual consiste en el peligro de que las familias se adapten a la pobreza.
El último reporte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en el cuarto trimestre de 2021, es decir, al cierre del año pasado Puebla registró 52.4 por ciento de población en pobreza laboral, lo que significa que más de la mitad de la población no puede comprar una canasta alimentaria a pesar de destinar todos los recursos que reciben los integrantes de una familia.
El porcentaje de las personas en situación de pobreza laboral de acuerdo al último reporte del Coneval sigue siendo superior al observado en el último trimestre de 2019, antes de la pandemia cuando se registró en 20.4 por ciento.
“Debemos advertir sobre de los peligros de la adaptación a la pobreza. Los parámetros que utilizan las instancias públicas para conformar las canastas básicas. Los indicadores contemplan el consumo de alimentos que no son saludables, pero que forman parte la dieta diaria por su accesibilidad. Esta mirada provoca un espiral de precariedad del que difícilmente una persona puede salir”, advirtió.
El investigador de Ibero Puebla destacó es necesario impulsar el desarrollo como la búsqueda del bienestar y la dignidad, pues señaló que mientras hay pobreza y hay desigualdad no puede haber bienestar.
AGA