Un joven de 25 años, quien habló de manera anónima para Telediario, fue una de las 23 víctimas que el 4 de diciembre del 2019 fueron secuestrados por un comando armado al interior de un anexo de Irapuato; y a casi tres años de aquel suceso, aún vive con miedo.
Recuerda que fue durante la madrugada, mientras todos se encontraban durmiendo, cuando un grupo de sujetos armados entró de manera violenta al anexo ‘Dios es mi salvador’, violando las dos puertas que protegían el edificio.
“Fue uno de los primeros que empezaron aquí en Irapuato a ‘reventar’, o no sé cómo se diga […] fue como en la madrugada; llegaron estas personas y pues, se pasaron a la fuerza. Pasaron el protón, después la casa donde estábamos, y se subieron a levantarnos”, dijo.
Según relata, al entrar al sitio, inmediatamente comenzaron a preguntar por una persona el particular que en ese momento no se encontraba ahí, y al no obtener una respuesta por parte de los jóvenes, los obligaron a formarse, y uno a uno comenzaron a vendarles los ojos, para después llevarlos a un sitio que en medio de la conmoción les parecía lejano.
Fueron varias horas las que permanecieron ahí, y en el transcurso de ese tiempo, cuenta que iba escuchando como asesinaban a varios de sus compañeros, sin mencionar que no sabía qué era lo que le esperaba.
“Todo eso lo vivimos en parte del día, todas esas pérdidas que tuvimos del grupo [..] estuvo parte del día escuchándonos, porque de hecho no veíamos. Bueno, como que yo me imaginaba qué es lo que estaba pasando a mi alrededor”, relató.
Al cabo de algunas horas, su futuro se definió a base de una lista, pues gracias a que su nombre se encontraba en ella, al igual que otros 22 jóvenes, pudo quedar en libertad; aunque a pesar de ello no pudo encontrar paz, ya que a su regreso, el anexo donde pasaba su día a día ya se hallaba clausurado, y aquellos sujetos sabían quiénes eran sus familiares y cómo encontrarlo.
Además del temor que sintió, a raíz de ello tuvo que permanecer callado para evitar poner en peligro a sus seres queridos, e incluso llevaba un tiempo sin hablar de este traumático evento.
Aunado a ello, su proceso de rehabilitación se vio truncado en más de una ocasión, debido a que el encontrarse al interior de un anexo lo hacía recordar esa experiencia.
Actualmente, no sabe qué ha sido de ese sitio, y pese al miedo, ha preferido enfocarse en superar su problema de adicciones; aunque, por las noches, lo embarga cierto temor de que, nuevamente, sujetos como estos puedan dañar, a él o a sus compañeros.
PCQG