Si no salgo a vender ¿Qué voy a comer?: Socorro, de 70 años

Es originaria de Ciudad Juárez, sin embargo, se mudó a León hace varios años debido a que su esposo se enfermó de diabetes.

Foto: Estefanía Ortega
Guanajuato /

Morir de hambre encerrada en el apartamento que alquila, este es uno del dilema que planteo la señora Socorro de 70 años tiene que ver la forma de cómo sobre vivir, a falta de que sus hijos no la visitan, ella tuvo que buscar la manera de sacar dinero, lo que optó por vender tamales en la calle Océano Indico, para que con lo poco que llega a sacar tenga para comer.

Ella es un ejemplo de cómo el trabajo para una persona de la tercera edad, por cualquiera actividad que sea, se vuelve un aliciente en esta etapa de la vida.

"La pobreza es la que hace que yo a mi edad no pueda descansar, ya que por lo menos con lo que saco tener para las tortillas, bolsa de fideo y hasta tener para la sal”, comentó la señora Socorro.

Es originaria de Ciudad Juárez, sin embargo, se mudó a León hace varios años debido a que su esposo se enfermó de diabetes y en este sector tenía más facilidades para brindarle atención médica, pero hace doce años su pareja falleció y ahora tiene que valerse por sí misma.

La señora socorro sale todas las mañanas a las 8:00 de la mañana, carga con su carrito y ollas de tamales de todos los sabores, tanto de rojo, chile verde y de azúcar, siempre se llega a quedar hasta la 13:00 de la tarde en dicha calle, con la esperanza de que se le llegue a vender todo su producto.

En la venta dice que le va bien pues por día obtiene entre $400 a $500 pesos, y eso le alcanza para dar las tres comidas del día, para abastecer de nuevo su olla de tamales y nuevamente salir al siguiente día.

"Pues a veces las ventas están muy muertos, como hoy, que a veces si se me llegan a quedar muchos tamales, pero espero que ya con la entrada de los pequeños haya más movimiento y poder sacar más dinero”, comentó la señora Socorro

Pese a su edad, y sus débiles piernas, no deja de levantarse temprano y hacer sus largas caminatas, para continuar con sus ventas porque de lo contrario, no tendría para comer, pues no tiene nadie quien le ayude a su sostenimiento.

Dice que se topa con buenas personas que le compran; empleados de talleres, niños, amas de casa y hasta gente de otros negocios.


SEMY

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