De imprenta a vivienda, después restaurante, hotel y finalmente museo, esa ha sido la evolución de la Casa de los Perros, una de las fincas más antiguas y emblemáticas que alberga la Perla Tapatía.
La casa de los perros es conocida popularmente con este nombre debido a las dos esculturas que se encuentran en la parte superior de la finca, dos perros, traídos desde Nueva York y que desde 1949 representan la parte más icónica de este lugar.
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Ubicada sobre Paseo Fray Antonio Alcalde, frente a Plaza de la Reforma, en pleno centro de Guadalajara, su origen se remonta a 1792 cuando fungió como la primera imprenta de la ciudad, aquí vio la luz el primer periódico insurgente llamado “Despertador Americano” en 1810.
A principios del siglo XX el lugar fue adquirido por el hacendado Jesús Flores para vivir con su esposa María Ana Rubio. Se dice que poco antes de morir, sospechaba que su esposa lo engañaba con el mayordomo y ahí es donde dan inicio la serie de leyendas que rodean a esta casa, según Adriana Ruiz Razura, coordinadora y profesora investigadora de la Maestría en Gestión y Desarrollo Cultural.
“Él se muere al poco tiempo y entonces él dejó dicho que únicamente podían heredar esa casa quienes fueran y rezaran un rosario ahí y otros dicen que tenían que rezar el rosario ahí en la tumba de él en el panteón de Mezquitán […] Mucha gente piensa y siente que llegan ahí y sienten esas vibras que seguramente es él, Jesús Flores, que está enojado que porque la señora se casó con otro señor”, mencionó Adriana.
Algunos creen que el espíritu de Don Jesús Flores habita en la Casa de los Perros, sin embargo, la leyenda más popular tiene que ver con las esculturas que resguardan la finca.
“También hay otra leyenda de los perros que en la noche se van, que en la noche hablan, que cambian la cara, que voltean para todos lados”, mencionó Adriana.
“Cada quien te cuenta una versión distinta, por eso no hay realmente una versión autentica pero bueno todas son validas porque son parte del imaginario de nuestra población”, dijo.
De 1949 a 1993, la Casa de los Perros fue vivienda, después restaurante y hasta hotel, finalmente en 1994 el ayuntamiento de Guadalajara adquirió la Casa de los Perros y la convirtió en el Museo del Periodismo y Artes Gráficas.