En Puebla el historial de linchamientos que han dejado una huella oscura en el estado continúa creciendo y, según los expertos en psicología, este tipo de eventos son un ejemplo de la ruptura social de los tiempos actuales, hecho que debe de preocupar y ocupar tanto a las autoridades como a los núcleos familiares de nuestro estado.
Durante una entrevista para TELEDIARIO Puebla, Dulce María Judith Pérez Torres, psicóloga social y doctora en Pedagogía de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), señaló que parte de su análisis sobre los acontecimientos ocurridos el pasado 10 de junio en el municipio de Huauchinango, apunta a que este tipo de eventos están relacionados con los estragos que la pandemia por covid-19 dejó en la ciudadanía.
"Con esta cuestión de la pandemia a la fecha, todas las personas tenemos un grave problema en los niveles de percepción y en el área frontal a nivel encéfalo... ...entonces las personas estamos desvinculando la realidad con lo que nos está pasando en tangible, entonces empezamos a tener estados de ensoñación, fantasía, delirio y obviamente termina en una psicosis", refiere Judith Pérez.
Además de apuntar que la psicosis se puede volver colectiva y en ese momento inicia un proceso en el que las personas escuchan e interpretan lo que desean, no necesariamente reconociendo la realidad de su propia ficción. Estos efectos son acompañados por la falta de educación, injusticia, pobreza y estrés de la población; elementos que junto a un detonante como las noticias falsas y alertamientos infundados, resultan en un actuar violento, de muerte o maltrato.
La especialista refiere que en la mayoría de los casos, los participantes de este tipo de ataques grupales no son conscientes de sus actos durante el acto, pues "los linchamientos son un estado de frenesí social, que no se puede entender hasta que uno está adentro", incluso la psicóloga asemeja el comportamiento de los grupos civiles con el de los romanos en un coliseo, sin razón lógica pidiendo e insitando cada vez más violencia, más sangre, más crudeza en las muertes.
Por último, Judith Pérez expresó que este tipo de comportamientos son una muestra de la descomposición social que se vive en Puebla, y lamentablemente solo apuntan a que habrá una ruptura social, de la cuál será mucho más difícil volver a un estado de no violencia e impere el control de las autoridades.
Asimismo, añadió que la única manera de evitar esta ruptura es con la denuncia, el no ser partícipes de la violencia e incluso sanar el tejido social a través de la educación, la comunicación asertiva, el acercamiento de las autoridades con sus gobernantes, y el diálogo constante sobre derechos y responsabilidades a nivel social para evitar el viejo pensamos de "justicia por propia mano".
AGA