Para reconstruir en un 60 por ciento la columna destrozada a causa de una tuberculosis vertebral de un paciente, un equipo de especialistas del IMSS en Nuevo León logró una proeza: Colocó ocho tornillos, dos barras, un travesaño y una estructura hecha con pequeños cuadritos de hueso, extraídos de la cadera de un paciente.
Se trata de don Rodolfo León Rodríguez, chofer y trabajador de mantenimiento, que después de siete años de dolor y seis meses postrado en cama, no imaginaba que la felicidad volvería a su vida... y de volver a caminar.
La hazaña la logró el equipo de la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) Hospital de Traumatología y Ortopedia No. 21 del Instituto Mexicano del Seguro Social en Nuevo León, que recibe muchos pacientes con daño vertebral.
Tuberculosis le destrozó la columna
Sin embargo, a don Rodolfo una tuberculosis le destrozó la columna hasta dejarlo postrado en cama, explicó el doctor Joel león Ruiz, jefe del Departamento Clínico de Columna en la UMAE No. 21
El médico a cargo de la cirugía, doctor Abraham Isáis Gómez, especialista en Traumatología y Ortopedia con subespecialidad en Columna Vertebral, señaló que la experiencia en el quirófano fue un verdadero desafío para él y sus colegas, los doctores José Pablo Rodríguez López y Othoniel Cruz Jiménez.
“Lo problemático fue que era como si hubiera explotado una bomba y tienes todos los pedazos por todas partes”, explicó Isáis Gómez.
Desde el 2015 tenía molestias en la espalda
En el 2015, el paciente de 55 años, originario de Matamoros, Tamaulipas, presentó molestias de espalda a causa de una infección que se controló con medicamento.
Para 2019, el dolor volvió más intenso en la región lumbar, acompañado de sensaciones de choques eléctricos en las piernas y debilidad muscular; para entonces ya requería muletas.
Ante esto, el servicio de Patología del hospital realizó estudios, los cuales arrojaron diagnóstico de tuberculosis vertebral, llamado Mal de Pott, el cual había ya destruido el 60 por ciento de su columna.
Cuando estaba todo listo para una cirugía de salvamento, se atravesó la pandemia. Finalmente, se programó la intervención para don Rodolfo el 18 de marzo de 2022.
Deformación anatómica
Al inicio de la cirugía, los cirujanos encontraron una columna colapsada, con una masa amorfa que contenía huesos destruidos, ligamentos, nervios y músculos fuera de su lugar.
El primer reto fue el abordaje. La deformación anatómica impidió a los cirujanos llegar a la columna en forma habitual. Con dificultad evaluaron el daño, descubrieron la zona y determinaron con exactitud dónde colocarían los tornillos y los injertos de hueso extraídos de la columna del paciente.
Los tres cirujanos trabajaron de manera sincronizada por ocho horas en una minuciosa técnica ortopédica que consiste en elaborar pequeños cuadritos de hueso, llamados “chips”, para darles forma y reconstruir la columna, hasta que quedó lista.
Descompresión
Una vez que la nueva estructura se colocó en la zona destruida, junto con los ocho tornillos, dos barras y un travesaño, procedieron a la complicada descompresión, en la que con sumo cuidado tuvieron que retirar pedazos de hueso, ligamentos y fibrosis que comprimían y dañaban los nervios. Además, eliminaron las cicatrices que había dejado la tuberculosis.
Al concluir la cirugía, para los médicos fue sorprendente la recuperación del paciente, quien a los cuatro días abandonó el hospital para volver a casa.
“Ellos (los médicos) son ángeles que me hicieron una hermosa cirugía, son una maravilla, me regresaron mi salud, la felicidad volvió a mi vida, porque recuperé la libertad y no solo cumplí mi sueño de caminar, también volví a conducir y pasear en bicicleta”, expresó sonriente.
Viajaba cada dos meses para su tratamiento
Don Rodolfo recuerda que cada dos meses viajaba de Matamoros a Monterrey para su tratamiento contra la tuberculosis. Inicialmente llegaba al hospital en muletas, posteriormente en silla de ruedas y finalmente en camilla. “Intentaba levantarme, pero ya no podía, tardaba una hora y media”, recordó.
Con profunda alegría, el paciente agradeció al doctor Jesús Domínguez, quien por dos años le atendió en el proceso de su enfermedad en el consultorio 13 del mismo hospital y a todos los médicos que lo atendieron.
Para el doctor Isáis Gómez no importó el cansancio de ocho horas continuas en el quirófano, “lo más gratificante es ver que el paciente vuelva a levantarse, a caminar y recibir las gracias… eso no tiene precio”, compartió con emoción.
“El IMSS tiene la capacidad de hacer cosas maravillosas”, afirmó Gómez. “Trabajar en la emblemática UMAE No. 21, que está por cumplir 70 años, es un gran orgullo, seguiremos haciendo casos exitosos para engrandecer su historia”.
Este hospital realiza 500 intervenciones de columna al año, de las cuales sólo 50 son reconstrucciones, pero el caso de don Rodolfo fue para los médicos un verdadero desafío que enfrentaron con éxito.
elmm