Desde el corazón de Monterrey, Nuevo León, se ubica un espacio que guarda historias de transformación, sueños colectivos y memoria: la Macroplaza, o como dirían en otras generaciones, la Gran Plaza.
Con 40 hectáreas que recorren el pasado y presente, esta explanada, la más grande de México y una de las más imponentes de todo el mundo, es un epicentro dentro de la vida regiomontana.
¿Cómo es la Macroplaza?
Imagina caminar por su concreto: a un lado, rasgos de edificios coloniales; al otro, modernas estructuras que también representan la visión de la capital regiomontana.
Entre ellos, el Faro del Comercio, con sus 70 metros de altura y un rayo láser acompaña las noches, se alza como un ícono literal y simbólico, uniendo generaciones que han hecho suyos estos espacios.
Eso sí, si es verano, no olvides llevar tu paraguas.
Un ícono entre controversias
La Macroplaza nació en la década de los 80 luego de ser impulsada por el entonces gobernador Alfonso Martínez Domínguez. Sin embargo, su construcción y planeación no estuvo exenta de controversias.
Más de 280 familias y hasta 300 negocios fueron reubicados para dar paso a esta obra. Se demolieron edificios históricos, entre ellos el emblemático cine Elizondo, cuya memoria sigue viva en las anécdotas de quienes lo frecuentaron.
¿Cuánto ha cambiado la Macroplaza?
Hoy, este espacio es dividido en dos grandes secciones que ofrecen distintas experiencias. En su extremo norte, la Catedral Metropolitana y el Museo de Arte Contemporáneo (MARCO) se erigen como guardianes del arte y la fe. Al sur, el Paseo Santa Lucía conecta este ícono con el otro pilar regio, el Parque Fundidora.
Además, entre los monumentos y edificios que la rodean, se encuentran el Museo de Historia Mexicana, el antiguo Palacio Municipal, ahora convertido en el Museo Metropolitano, y el histórico Banco Mercantil.
Nostalgia entre la controversia
Sin embargo, la construcción de la Macroplaza no ha estado exenta de críticas. Para muchos, representó una pérdida de patrimonio histórico. Lo que antes era un tejido urbano fue transformado en un espacio abierto continuo, pensado para conectar el Ayuntamiento con el Palacio de Gobierno.
Pero, ¿a qué costo? Algunos lamentan que no se priorizó preservar el alma del casco histórico de Monterrey, una nostalgia compartida que resuena en los relatos de quienes vivieron la transformación.
Macroplaza: un legado regio
La Macroplaza, con sus luces y sombras, es un espacio donde los regios se reúnen, celebran, protestan y hasta encuentran oportunidad para el comercio. Es más que una plaza; es un símbolo de lo que Monterrey fue, es y aspira.
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