En Ciudad de México siempre hay manifestaciones, marchas, bloqueos y plantones. Pero cuando en junio alguien dice “Vamos a La Marcha” todos saben que se trata de la marcha del orgullo LGBT o Pride Parade como se llama en su edición 2024.
Hoy, La Marcha es casi una tradición anual no sólo de la comunidad LGBT+, sino de los chilangos, que acuden o la ven pasar porque, a la par de exigir sus derechos y el cese a la discriminación por sus preferencias sexuales, la marcha del orgullo es también una fiesta con gente vestida de mil formas que reivindican su identidad y en ella se ven drag queens vestidas de gala, osos sadomasoquistas y carros alegóricos.
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Y uno que otro hetero curioso.
Pero no siempre fue así. En 1979 hubo una primera marcha y no llegó al Zócalo, ni acudieron a ella 250 mil personas como dijo Martí Batres, el jefe de Gobierno, que hubo en la marcha del orgullo de 2023.
¿Cómo era la vida homosexual en México antes de 1979?
Las personas de la comunidad gay si bien eran plenamente conscientes de su orientación sexual, reprimían ademanes, inflexiones en la voz y la ropa que usaban era como la de cualquier otra persona, contó para TELEDIARIO Francisco de Hoyos, escritor de Con la sonrisa en los labios, una novela en la que narra sus propias vivencias como persona homosexual a lo largo de 8 décadas.
En los 60, los gays no tenían puntos de encuentro abiertamente homosexuales, y las personas de la comunidad se las ingeniaban para reconocerse y reunirse. Algunos iban a la Alameda, pero de acuerdo con De Hoyos, era un lugar peligroso al que no todos se aventuraban a ir.
Algunos se reunían en la barra del Sanborns de los Azulejos, si bien no era posible decir abiertamente que alguien era gay, se volvió una regla no escrita que quienes se sentaban en la barra eran hombres que iban a ligar hombres.
“Yo subía tapándome la cara en el elevador porque no quería que me reconociera alguien”, narra Francisco de Hoyos.
En 1963 surgieron en la Zona Rosa los primeros bares gay: El Safari y la Rana que Canta. Fuera de esos lugares, la única escena homosexual posible se daba en fiestas organizadas por gente de las clases altas.
Además de esas fiestas, la barra del bar del Sanborns y la Alameda, los gays se reunían en los baños de vapor, pero en todos estos lugares había razzias, redadas policiales en las que se llevaban presas a personas… Sólo por ser gays, pese a que no existía ningún sustento legal para ello, pues en México la homosexualidad nunca ha estado prohibida legalmente.
Es decir, nada había cambiado en la escena gay desde 1901, cuando tuvo lugar El Baile de los 41, una famosa fiesta entre homosexuales ricos porfirianos que acabó en redada y en la que dicen que participó Ignacio de la Torre y Mier, nada más el yerno de Porfirio Díaz.
Detrás de esta persecución a la comunidad homosexual, estaban los prejuicios sociales y Ernesto P. Uruchurtu, quien fue regente del Departamento del Distrito Federal durante 14 años (1952 a 1966), en los que intentó imponer su puritanismo a la ciudad.
Ante esta represión, empezaron a proliferar bares en las afueras de la Ciudad: en El Toreo, Indios Verdes y Ciudad Neza, a donde muy pocos chilangos se atrevían a ir. Y sí, estos lugares también eran asediados por las razzias.
El movimiento políticos por los derechos homosexuales
A la par de esta escena para el ligue gay, la locutora, actriz, dramaturga y activista Nancy Cárdenas fundaba el 15 de agosto de 1971 el Frente de Liberación Homosexual de México (FLH), inspirada frentes homosexuales fundados en Estados Unidos e Inglaterra.
El FLH operó clandestinamente, como otros movimientos pues existía mucha represión por parte del gobierno de Luis Echeverría Álvarez. En él participaban personas como Luis Gonzalez de Alba, quien fue líder en el movimiento de 68 y entre sus actividades fomentaban la autoaceptación para las personas homosexuales.
Antecedentes de la primera marcha
En 1978 hubo dos “pre marchas” gay que ni siquiera fueron convocadas como tal por activistas. Fueron en realidad la participación de un contingente del FLH en marchas convocadas por otras causas pero representan las primeras apariciones públicas de la comunidad gay como actor político.
La primera ocurrió el 26 de julio de 1978, durante la marcha por el aniversario de la Revolución Cubana, en la cual participó una treintena de homosexuales. Es por esta marcha que se conmemoran 46 años de movilizaciones y no 45.
La segunda vez que un contingente del FLH participó en una actividad pública, fue el 2 de octubre de 1978, cuando se conmemoraron 10 años del movimiento del 68. Además participaron el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), el Grupo Lambda de Liberación Homosexual y el Grupo Autónomo de Lesbianas Oikabeth.
El periódico La Prensa documentó la participación de personas de la comunidad gay en la marcha, burlándose de ellas. Al final de la nota en la que señala que ese día marcharon cerca de 50 mil personas, dice:
“Es de hacerse notar que entre los grupos que también se manifestaron contra la represión y que por su intrínseca naturaleza provocó hilaridad, fue la del frente recién formado de homosexuales y lesbianas revolucionarias”.
La primera marcha del orgullo gay en México
La comunidad homosexual ya tenía una piedra de toque en el calendario de efemérides: la conmemoración de los disturbios de Stonewall, manifestaciones espontáneas y violentas en contra de una redada policial, una razzia, ocurrida la madrugada del 28 de junio de 1969, en un bar gay llamado Stonewall Inn.
Las razzias contra los bares gay eran comunes también en EU. La policía solía llegar a los bares y revisar los genitales de los asistentes. Si alguno vestido de mujeres tenía pene, se iba arrestado. Pero el 28 de junio de 1969, los gays, trans y trasvestis que estaban en Stonewall, no permitieron que la policía los revisara.
La historia es más larga pero esa noche la policía golpeó a miembros de la comunidad que se opusieron a una razzia y arrestaron a 13 personas. Muchos consideran a ese evento la primera manifestación política de la comunidad homosexual en Estados Unidos.
El 29 de junio de 1979, 10 años después de los disturbios de Stonewall, el entonces Distrito Federal vio la primera marcha del orgullo gay de su historia. Apenas participaron unas mil personas que recorrieron ocho calles, del Ángel de la Independencia a la desaparecida Plaza Carlos Finlay, que estaba detrás del Monumento a la Madre.
“¡No hay libertad política si no hay libertad sexual!, ¡Sin libertad sexual no habrá liberación social!” era uno de los principales lemas de la marcha, que protestaba principalmente contra las razzias. En esa marcha ya se mencionó el concepto “orgullo homosexual” como proyecto político.
¿Qué es el orgullo gay?
La comunidad adoptó el orgullo para contrarrestar las ideas negativas sobre las personas homosexuales y trans: frente a los prejuicios sociales que las estigmatizan como patológicas, anormales, amorales y perversas, la vergüenza de la familia, la diversidad sexual se muestra con orgullo.
“Este proyecto tenía como principal estratagema enunciar con orgullo y dignidad la existencia de las personas LGBT+, existencia que era criminalizada, estigmatizada y satanizada. Precisamente esta estrategia buscaba darle un vuelco radical a las ideas satanizadoras y acabar con ellas”, señala un texto de la Secretaría de Cultura sobre la primera Marcha del Orgullo Gay en México.
La Marcha del Orgullo Gay llegó al Zócalo hasta 1999. Dos años antes, los chilangos votaron por primera vez para elegir a su jefe de Gobierno, ganando Cuauhtémoc Cárdenas del PRD, partido que impulsó las primeras candidaturas homosexuales y avaló en 2007, con Marcelo Ebrard, las sociedades de convivencia, el primer reconocimiento legal de las uniones homosexuales.
Autoaceptarse, salir del closet, estar orgulloso de quien se es, denunciar la discriminación y la persecución fueron las primeras luchas de la comunidad homosexual. En los años 80 debieron sumar la lucha por la salud sexual y en contra de una nueva forma de discriminación ante el surgimiento del Sida.
Hoy, 45 años después de la primera marcha, la comunidad ha ganado luchas legales como la prohibición de las terapias de conversión, el reconocimiento de la identidad trans, las sociedades de convivencia, la adopción homoparental y es impensable que despidan a alguien de su trabajo por ser gay o lesbiana, pero prevalecen los crímenes de odio, aún hay policías que le piden a una pareja del mismo sexo que no se bese en público, y la discriminación persiste. Y por eso La Marcha sigue.
KAT