Mujeres poblanas le dan ritmo al organillo, instrumento que se resiste al paso del tiempo

El organillo llegó a México desde Berlín por migrantes alemanes cerca del año 1884 y fue adoptado con gran amor por los mexicanos.

Mujeres organilleras en la calle 5 de Mayo | Melanie Torres
Puebla, Puebla /

Las calles del Centro Histórico de Puebla se engalanan con la música de los organilleros, quienes al dar vueltas a la manivela logran que los transeúntes escuchen un sinfín de canciones.

Las personas que se dedican a esta actividad llenan de alegría las calles del primer cuadro de la ciudad, sin embargo, por muchas décadas este oficio era considerado como exclusivo para hombres. Ahora, mujeres como María Nancy Galán Pérez y su hermana, quienes desde hace cuatro años se dedican a esta actividad en el corredor 5 de Mayo, se turnan para ponerle música y ambiente a esta emblemática calle.

En entrevista con MULTIMEDIOS, María Nancy compartió que su abuelo y su padre se dedican a esta actividad para ganarse la vida, pero ella se integró tras perder su empleo por la pandemia.

 “Yo inicié con la pandemia, pues me quedé sin trabajo y decidí hacer esta actividad que desde niña me enseñó mi papá, toda mi familia se ha dedicado a esto”, explicó.

Comentó que de lunes a sábado ambas mujeres llegan al corredor 5 de Mayo y se retiran a las 15 horas. Agregó que las familias poblanas valoran más esta actividad y les dan una aportación, pues muchos turistas solo se acercan por curiosidad.

Mujeres organilleras en la calle 5 de Mayo | Melanie Torres

El organillo: instrumento que se ganó el amor de los mexicanos

El organillo llegó a México desde Berlín por migrantes alemanes cerca del año 1884 y fue adoptado con gran amor por los mexicanos, lo que dio como resultado el oficio del organillero.

María Nancy añadió que su instrumento toca de cinco a seis canciones; consta de rollo, teclado, fuelle, sinfín, manivela, navaja, silbatos, rastrillo y barril y pesa entre 50 y 60 kilos, por lo que deben pagar una cuota especial para guardarlo cuando regresan a casa.


Expresó que este oficio es cansado, pues tanto ella como su hermana están de pie en todo momento y cargan el peso de su instrumento; por ello, intercambian turnos.

Compartió que sus ingresos varían mucho, ya que dependen de la aportación de quienes transitan por el corredor 5 de Mayo; además, deben pagar la renta del sitio donde guardan el organillo. 

 "En un día bueno para nosotras, para llevar a casa, solo obtenemos como 100 pesos un poquito más, porque tenemos que pagar la renta del lugar donde guardamos el instrumento”, mencionó.

La organillera explicó que en algunos días, pese la alta afluencia en el Zócalo, no reciben aportaciones, sin embargo, esta actividad es importante ya que, “buscamos compartir con la gente la música y no dejar que se pierda esta actividad”. En ese sentido, detalló que algunas personas llegan a pedirle Las Mañanitas para su ser especial, con el fin de que las escuche y disfrute con este instrumento.

Mujeres organilleras en Puebla | Melanie Torres

El sonido que evoca a otras épocas

Entre los ciudadanos que compartió sus recuerdos con el organillo está el señor Rogelio Rosas, quien a sus 80 años recuerda su niñez en 1955, pues la música que surge de este instrumento lo remite a la Ciudad de México, cuando a los seis años sus padres lo llevaban al parque y mientras jugaba, escuchaba las melodías.

“Salíamos al Centro y veíamos los cilindreros que en ese entonces venían de Alemania; son buenos recuerdos, pero ahora la sociedad no los valora, ojalá más gente apoye su trabajo”, finalizó.

IGO




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