La tranquila caminata se irrumpe cuando nos topamos frente a un oso negro (Ursus americanus) “pepenando” comida dentro de un contenedor de basura al sur de la ciudad: nos percibe, no se inmuta. De un ágil brinco sale, hurtando una bolsa negra que destroza en segundos, no encuentra alimento y sigue husmeando entre los contenedores.
Esa imagen es cada vez más frecuente, según testimonios de transeúntes, y los análisis de especialistas que han encontrado restos de residuos plásticos y aluminio en estómagos e intestinos durante las necropsias de ejemplares que fueron atropellados; además de parásitos de origen humano y canino –en muestras de excretas– que los vuelven más susceptibles a padecer enfermedades que no podrían vencer.
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La prolongada sequía que azotó el noreste del país, provocó escasez de alimento en el hábitat natural del oso negro, por lo que funcionarios del gobierno estatal en Nuevo León advierten que cada vez más ejemplares están bajando a las zonas urbanas en busca de comida, que generalmente encuentran en botes de basura y contenedores.
Sin embargo, el oso negro, una especie catalogada en Peligro de Extinción, bajo la Norma Oficial Mexicana 059 de la Semarnat, ha venido presentando este cambio de hábitos y comportamientos desde hace 12 años, aunque este 2022, el problema se ha acentuado.
“Los osos bajaron un poco más por la sequía, y hemos encontrado un comportamiento muy estandarizado de osos que están habituados a la ciudad en busca de alimento humano, es una constante en los reportes desde 2008”, dijo Guillermo Herrera Pérez, jefe de Manejo de Fauna Silvestre de Parques y Vida Silvestre de Nuevo León.
En entrevista con MILENIO, dijo que los osos “le han perdido el miedo al hombre, se acercan cada vez más a las ciudades, y ya aprendieron a qué hora sacan la basura o cuándo llega el camión para tratar de alimentarse. Y no solo eso, han aprendido que dentro de las casas hay refrigeradores y que tienen alimento, se han ido aventurando más, abren puertas y ventanas, sobre todo en las zonas conflictivas del sur de la ciudad y ha habido mayores encuentros con personas, incluso dentro de los domicilios”.
Junto con expertos, impulsan la creación de un reglamento homologado para el manejo de los residuos sólidos en los municipios de Santa Catarina, San Pedro Garza García, Monterrey, Santiago, Allende y Montemorelos, colindantes al Parque Nacional Cumbres de Monterrey, donde la basura ni siquiera se separa en residuos orgánicos e inorgánicos –como en la Ciudad de México–. Además, proponen la instalación de contenedores “antiosos” y el establecimiento de sanciones para quién los alimente o se acerque a ellos, ante el grave riesgo de un ataque a humanos.
Guillermo Herrera indicó que, en promedio, los regios reportan al año alrededor de 40 avistamientos; en 2015 se registró un récord con 123 observaciones, cifra que no se ha igualado porque la gente prefiere no reportarlos, a fin de evitar que sean capturados y trasladados a otro sitio, tal como ocurrió con el caso del “oso 34” de Chipinque.
No obstante, en las últimas semanas, en redes sociales han sido más frecuentes los reportes de usuarios que interactúan de diversas maneras con éstos úrsidos; por ejemplo, el video de un oso pasando frente a una pareja en la entrega del anillo de compromiso, o el de otro ejemplar que entró al restaurante del Hotel Chipinque.
Los expertos explican que entre la segunda quincena de agosto y mediados de noviembre, el oso negro se encuentra en periodo de hiperfagia, en el que deben alimentarse ávidamente para almacenar energía y sobrevivir a su hibernación.
“El animal tiene que consumir al menos 2 mil calorías al día para prepararse y acumular grasa que le va a servir para sobrevivir en los meses del año cuando no hay alimento, por eso ahora están activos prácticamente las 24 horas del día, buscando alimento”, explicó Rogelio Carrera Treviño, coordinador del Laboratorio de Fauna Silvestre, Facultad de Medicina y Veterinaria Zootecnia de la Universidad Autónoma de Nuevo León. “El oso negro es el carnívoro más grande de México, y la vida de un carnívoro no es fácil, deben invertir mucho tiempo y energía en encontrar presas o buscar frutos en su hábitat natural, entonces la basura para ellos representa un alimento fácil”, añadió.
Además de que los osos se exponen a ser atropellados al buscar comida en basureros, este nuevo comportamiento acorta su esperanza de vida, ya que “están consumiendo restos de basura plástica y aluminio que les pueden obstruir el tracto digestivo y causarles serios problemas”.
cog