Desde Ixtlahuaca, Estado de México, hace 32 años Esteban Jiménez López y Lía Morales Demetrio, viajan cada invierno a Gómez Palacio con la esperanza de vender artículos invernales tejidos por ellos mismos, sin embargo, ante la industrialización y el riesgo que conlleva trasladarse hasta la Comarca Lagunera, cada año ha sido más difícil debido a la inseguridad y las bajas ventas.
Con precios que pueden ir desde los 80 pesos, buscan generar un ingreso que les dé para sustentar su comida y demás necesidades en su estancia en La Laguna, sin embargo, doña Lía señala que cada vez es más complicado debido a que actualmente ya hay muchos puestos, sobre todo que compran los artículos ya fabricados, mientras que ellos tienen que tejer a diario.
La necesidad de generar un ingreso para su familia movilizó a don Esteban para vender bufandas, gorros y hasta zapatos elaborados con estambre fuera de su comunidad, señalando además que ellos fueron los primeros comerciantes que arribaron a la zona, para ofrecer este tipo de artículos desde hace 32 años.
El trayecto representa un riesgo; en una ocasón asaltaron el autobús en el que iban
Cada noviembre llegan al municipio de Gómez Palacio, pero don Esteban asegura que una de las dificultades más constantes es encontrar donde quedarse, llegando a hoteles o casas de huéspedes, pero, no es el único inconveniente que han experimentado pues en su trayecto en autobús ya han sido asaltados.
"Es mucho riesgo, pueden parar el autobús y nos quitan la mercancía, nos han dejado sin material para trabajar".
58 años de matrimonio respaldan a esta pareja, quienes aprendieron a tejer desde su adolescencia gracias a las enseñanzas de sus abuelos, optando ellos por mantener esta tradición en su familia, sin embargo, su hija decidió no aprender del negocio familiar y trabajar en una fábrica.
"Desde los 10 años ya sabíamos tejer en nuestra familia, nuestros abuelos nos enseñaron y nunca lo dejamos" dijo Doña Lía.
Primero fue Don Esteban quien comenzó a frecuentar la región para vender morrales, luego bolsos y finalmente bufandas, guantes y gorros, y ya al ver que había ganancia su esposa decidió acompañarlo para tejer y vender junto a él.
Ixtlahuaca está lleno de pueblos indígenas a su alrededor, quienes se dedican al campo y a la ganadería, pero unos cuantos deciden continuar con sus tradiciones optando por hacer artesanías de diferente índole.
"Venimos desde lejos para vender nuestra artesanía porque allá ya no hay lugar".
Ni las bajas ventas, ni el racismo que han llegado experimentar, ni la competencia debido a los demás comerciantes han impedido que esta pareja de la tercera edad acuda año con año a establecer su pequeño negocio, a las afueras de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe en Gómez Palacio, esperando año con año a las personas para que sus artículos sirvan para cubrir el frío de los laguneros.
Sgg.