Motines, riñas, extorsiones y "celebraciones" son algunos de los incidentes que se han registrado en los últimos años al interior del Centro de Reinserción Social (CERESO) de San Miguel, también conocido como Penal de San Miguel.
El caso más reciente que tiene a este centro penitenciario en la mira de los poblanos es el hallazgo del cuerpo sin vida de un bebé de tres meses de edad en contenedores de basura el pasado 11 de enero.
El penal tiene una capacidad máxima para 2 mil 100 internos, sin embargo, actualmente tiene un aforo de más de 3 mil reclusos masculinos y al menos 350 mujeres presas, quienes representan un 90 por ciento de su ocupación total.
Recientemente la prisión poblana, ubicada en el kilómetro 2.5 de la carretera Camino al Batán, de la junta auxiliar Lomas de San Miguel en Puebla, se ha enfrentado a una serie de señalamientos por su déficit de seguridad y control, pero lo cierto es que desde su creación han ocurrido diferentes hechos como el registrado en el mes de marzo de 1984.
Aquel año un grupo de más de 900 internos sentenciados de la Penitenciaría de Puebla que se ubicaba en la capital poblana y otro grupo casi igual de grande perteneciente a la cárcel de San Juan de Dios, también del municipio central, fueron trasladados a San Miguel.
Posteriormente, en mayo de 1988 se registraron los primeros dos motines, mismos que presuntamente fueron iniciados como una medida de los presos para exigir la destitución del entonces director de la institución, Enrique Zárate López.
Mientras que en un segundo hecho similar, los presos se revelaron con la intención de terminar con el autogobierno de Jorge Pellegrini, asesino y descuartizador de otro preso, mismo que fue dado de comer al resto de los convictos sin que estos supieran, hecho que desató su furia.
No obstante, a pesar de los años está historia no ha cambiado, tan solo el 6 de diciembre de 2021 un interno recién llegado al penal de San Miguel fue golpeado hasta la muerte por otros reclusos que presuntamente intentaban extorsionarlo a él y su familia, a quien le habrían pedido un pago monetario a cambio de su vida. No obstante, al no poder cumplir con la extorsión fue asesinado.
Un semana después se desató otro motín al interior del dormitorio “L”, zona controlada por “El Picos” y comandada por Sergio Contreras Chávez, quien es cercano al criminal conocido como “Chupón” líder de los 14 internos trasladados al penal de Oaxaca.
A principios del 2021 la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) reveló que en la cárcel del estado se organizaban "celebraciones" con la autorización de las autoridades penitenciarias los viernes, sábados y domingos del 2019. En estas supuestas fiestas prostituían a las internas, las llevaban al área varonil para que tuvieran relaciones sexuales a cambio de dinero, esto se realizaba en un entorno controlado por el narcomenudeo y el cobro de diversas cuotas.
Es así como el penal de San Miguel continúa siendo un tema controversial al interior y exterior del estado, pues junto a su larga lista de trágicos eventos, ahora las autoridades ministeriales deberán deslindar responsabilidades sobre la muerte de un menor de edad que no debía estar en complejo y que de haber entrado con aprobación de los custodios, se deberá esclarecer lo ocurrido durante los primeros días de este 2022.
Por si fuera poco, este acontecimiento trágico ha sido aún más cuestionado luego de que Reinserta, organización no gubernamental, señalará que en gran medida, el homicidio del bebé es un resultado notable y reprobable del autogobierno que existe al interior del penal, mismo que regido por agrupaciones criminales que, favorecidas con los precarios protocolos de ingreso y la falta de espacios seguros con los menores que tienen contacto con la prisión, se ha vuelto, tierra de nadie.
AGA