Ellos son parte del panorama urbano y están por doquier: en cruceros, semáforos, banquetas, de casa en casa.
Son diversos, hay estudiantes, indigentes, enfermos, niños, jóvenes y adultos.
Se trata de los pedigüeños, una actividad cada vez más frecuente en la zona metropolitana.
Son diferentes entre sí, pero iguales ante el negocio de la caridad, pues en Nuevo León, el pedir puede ser tan rentable como el ejercer una profesión, pero sin título ni esfuerzo.
Los pedigüeños encontraron una manera de obtener dinero de una forma más sencilla.
Y aunque formas hay muchas, en fechas recientes es cada vez más común ver a quienes ahora solamente abren y cierran las puertas a los clientes en las tiendas de conveniencia.
Su única herramienta es un bote de plástico de 19 litros o un pequeño banquito y un mecate o un trozo de tela para jalar la puerta cada que llega un cliente.
El equipo de la plataforma MILENIO-Multimedios salió a realizar por una tarde la tarea de un pedigüeño a las afueras de un negocio.
Luego de la caracterización necesaria, acudimos a una tienda de conveniencia sobre la avenida Francisco I. Madero, en el Centro de Monterrey, en donde solo bastó pedir permiso a los encargados para ejercer esta actividad.
Durante el ejercicio se detectó que las personas actuaban por naturaleza, pues la mayoría no preguntaba si teníamos alguna necesidad, solo nos daban la moneda.
De las 60 personas que ingresaron al establecimiento, solo una cuestionó el por qué realizábamos esta acción.
En estas actividades, también están involucrados los niños que acompañan a sus padres, algo que las autoridades cuestionan y que podría ser contra la ley.
Conforme al ejercicio realizado, y a las mismas respuestas de los pedigüeños, la ganancia estimada por solo abrir y cerrar la puerta en un día bueno es de 300 a 400 pesos, mientras que, en un día malo, de 150 a 200 pesos.
Si esta recaudación fuera diaria por un mes, se obtendría un rango entre 4 mil 500 y 12 mil pesos, lo equivalente al sueldo de algunos profesionistas.
Según especialistas, los seres humanos actuamos por compasión, solidaridad o empatía ante estas personas que solicitan una moneda, y de esto se valen los pedigüeños para seguir con esta práctica por la que obtienen ganancias bastante redituables con las que pueden vivir el día a día.
Y si bien esta labor puede ser mal vista por las autoridades y la comunidad en general, muchas personas se ven orilladas a realizar esta labor debido a la falta de oportunidades de trabajo, ya sea por su edad o porque cuentan con alguna discapacidad o enfermedad.
Cabe mencionar que, al finalizar este ejercicio periodístico, el reportero logró obtener la cantidad de 83 pesos durante una hora de trabajo.
mvls