La reciente y devastadora explosión de una pipa de gas LP en la Ciudad de México, que cobró la vida de 20 personas en Iztapalapa, ha reabierto la conversación sobre la seguridad en el manejo de combustibles.
Este lamentable suceso sirve como un trágico recordatorio de los riesgos latentes en todo el país, y en el caso de Guadalajara, la alarma resuena con particular fuerza debido a su historial de accidentes.
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¿Cuáles han sido los accidentes con gas LP más graves en Jalisco?
A pesar de no ser tan mediáticos como el de Iztapalapa, los percances en la capital de Jalisco son frecuentes y han dejado un rastro de víctimas y daños. Los ciudadanos de la región, que conviven a diario con la circulación de vehículos de carga y el suministro de gas LP, tienen en la memoria al menos dos de los accidentes más graves de los últimos años.
El primero ocurrió el 19 de enero de 2016 en Tonalá. Una pipa de la empresa Gas Express Nieto, con una capacidad de 5 mil 200 litros, se impactó contra un poste de luz en el cruce de las avenidas Río Nilo y Central. La falla en los frenos provocó una fuga de gas seguida de una explosión que dejó un saldo de 15 personas lesionadas, seis de ellas de gravedad.
El incidente afectó a personas que se ejercitaban en un gimnasio cercano y a transeúntes, calcinando nueve vehículos. Además, la rápida respuesta de los equipos de emergencia permitió la evacuación de 153 menores y trabajadores de una guardería, así como de 107 personas de negocios aledaños, evitando una tragedia mayor.
La explosión en la autopista, otra herida abierta
Apenas unos años después, el 16 de noviembre de 2020, la carretera Guadalajara-Tepic fue el escenario de otra tragedia. Una pipa de gas LP de la empresa Gas Sol, que circulaba con rumbo a Jalisco, explotó en el kilómetro 106, en los límites entre los municipios de Jala e Ixtlán del Río.
Las llamas, avivadas por el combustible, alcanzaron a tres vehículos que transitaban por la zona, dejando un saldo de 14 personas fallecidas, incluidos los ocupantes de una camioneta Kia, un auto Cruze y un Honda. El conductor de la pipa también perdió la vida. Este evento se convirtió en una de las explosiones de gas más letales en el occidente del país.
Estos trágicos antecedentes subrayan la urgente necesidad de reforzar la seguridad y la regulación en el transporte y manejo de combustibles. Los accidentes en Guadalajara no son casualidad, sino el resultado de fallas mecánicas, falta de mantenimiento o imprudencia, elementos que deben ser controlados por las autoridades para evitar que la historia se repita.
La conmoción por la explosión en Iztapalapa debe ser un llamado a la acción, un impulso para que las autoridades y las empresas garanticen que la seguridad de las personas esté siempre por encima de cualquier otro interés.
LG