En el municipio de Poncitlán, Jalisco, Saúl Franco González vive un día a día lleno de desafíos y profundas heridas tras el feminicidio de su hija Alondra y su esposa Liliana Tovar, ocurrido hace casi dos años. La tragedia dejó huérfanos a dos pequeños de 3 y 8 años, quienes ahora dependen completamente de su abuelo, quien ha asumido la responsabilidad de criarlos en medio del dolor y la incertidumbre.
Con la voz entrecortada, Saúl comparte cómo ha sido este tiempo en el que pasó de ser abuelo a la figura paterna de los niños, mientras continúa a la espera del juicio del feminicida de su esposa e hija, Christopher Gerardo ‘N’.
“Entre más tiempo pasa es más duro para nosotros y más para mis nietos porque el más grande, pues es el que tiene una esperanza de que vuelva su mamá y es una agonía que lleva uno cada día yo siento que cada día que pasa es peor”, confesó Saúl, esposo de la fallecida Liliana Tovar.
Saúl no solo enfrenta la ausencia de sus seres queridos, sino que además está inmerso en un proceso legal en los juzgados de Ocotlán, donde busca obtener la custodia definitiva de sus nietos. Aunque ya cuenta con la custodia provisional, el trámite se ha prolongado, lo que genera mayor incertidumbre en su familia.
¿Qué sacrificios ha enfrentado Saúl?
Por razones de seguridad, Saúl decidió mudarse de su domicilio anterior, del cual prefiere no dar detalles para evitar exponerse. Además, tuvo que reorganizar su vida económica para cubrir los gastos de sus nietos.
“Tuve que reducir más gastos de los que yo tenía porque los gastos de ellos pues son muchos: la escuela, el más pequeño pañales, leche y pues yo tuve que reducir mis gastos personales para los de ellos”, relató Saúl, quien se dedica al oficio de soldador.
Aunque su trabajo le ha permitido salir adelante, reconoce que no es fácil mantener a dos niños pequeños. Su nieto mayor ha recibido apoyo psicológico, lo que le ha ayudado a procesar a su manera la ausencia de su madre y abuela. Sin embargo, el camino para la familia sigue siendo cuesta arriba.
A la pérdida irreparable se suma el temor por su seguridad. Tras el asesinato de su hija y esposa, Saúl y su familia fueron amenazados por sujetos desconocidos. Como medida preventiva, solicitó un ‘pulso de vida’, un dispositivo de emergencia para reportar amenazas, aunque afortunadamente no ha tenido que utilizarlo.
Con 25 años de matrimonio con Liliana, Saúl formó una familia que ahora se ha reducido drásticamente. Solo le quedan sus dos hijos sobrevivientes y sus nietos, quienes son su principal motor.
Mientras espera justicia y una resolución definitiva sobre la custodia, Saúl sigue adelante con determinación. Pide a las autoridades que aceleren los procesos legales para darles estabilidad a sus nietos y les permitan reconstruir sus vidas.
AM