La Torre Latinoamericana desde su inauguración en 1956 se ha mantenido estoica y sin un solo "rasguño" a pesar de los sismos de gran intensidad que se han sentido en la Ciudad de México, y qué han dejado a su pasó pérdidas humanas y daños en edificios, construcciones y monumentos. Pero a qué se sebe que la Torre Latino no ha sufrido los estragos de la intensa actividad sísmica de la capital, aquí te contamos.
Tres han sido los temblores de gran intensidad a los que ha sobrevivido la Torre Latinoamericana, ubicada en la esquina que forman las calles de Francisco I. Madero y Eje central en el Centro Histórico de la Ciudad de México: en 1957, en la que incluso el Ángel de la Independencia se cayó; en 1985 y en 2017, así como más recientemente el sismo ocurrido el pasado 19 de septiembre de este año con magnitud 7.7.
¿Por qué la Torre Latino no se ha caído con los sismos?
De acuerdo con la página web oficial de la Torre Latinoamericana, para la construcción del nuevo edificio la propuesta original consideraba un edificio de 27 pisos, con pilotes de madera, estructura de acero y reforzado con concreto, el diseño arquitectónico tenía cierta semejanza con edificios vecinos, pero luego de una revisión al subsuelo se encontró que era posible diseñar un edificio de 40 pisos.
Para su construcción se elaboró una amplia investigación del subsuelo que en parte consistió en:
- Sondeo con muestras inalteradas hasta 50 metros en el sitio del edificio.
- Instalación de piezómetros a 18, 28, 33 y 50 metros en el lugar, en la banqueta y en la Alameda Central.
- Instalaciones de bancos de nivel en el lugar y en la Alameda.
Para la cimentación de la Torre Latino se hincaron 361 pilotes de concreto de punta a 34 metros de profundidad hasta la capa resistente del subsuelo y una losa de cimentación a manera de cajón, que además sirve para empotrar la Torre a una profundidad de 13.50 metros.
Para soportar un peso total de edificio de 25 mil 000 toneladas, se construyó una estructura rígida de acero; que dan forma a tres sótanos y a 44 pisos que se elevan a 139 metros, más una antena de 42 metros, totalizando 181.33 metros sobre el nivel de la calle.
La Torre Latinoamericana ganó prestigio a nivel mundial cuando resistió un fuerte terremoto el 28 de julio de 1957, gracias a su construcción con estructura de acero y pilotes profundos. Incluso esto le valió obtener el premio del American Institute of Steel Construction (Instituto Americano de la Construcción de Acero), por ser el edificio más alto que jamás haya sido expuesto a una enorme fuerza sísmica.
Sin embargo, en 1985 viviría su prueba más difícil con un terremoto de magnitud 8.1 que ocurrió el 19 de septiembre y cuya duración fue aproximada a 2 minutos, la Torre Latinoamericana no sufrió ningún daño. Nuevamente en 2017 vino otra prueba de fuego para este emblemático edificio de la Ciudad de México, que, aunque no es el rascacielos más alto, si uno de los más prestigiosos e icono de la ciudad, esto cuando un sismo magnitud 7.1 afectó a la Ciudad de México, pero la Torre Latino nuevamente sobrevivió.
Antes de que siquiera se tuviera la idea de construir la Torre Latinoamericana, el predio en el que se encuentra en lo que antiguamente estaba el Convento de San Francisco, mismo que aún es conservado en parte en la calle Madero, a un lado del edificio.
El terreno, en época prehispánica, también fungió como la casa de animales del tlatoani Mexica, Moctezuma II. De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el lugar no era un zoológico, sino que ahí se resguardaban a los ejemplares que se comían los restos de los enemigos del imperio que eran sacrificados.
En 1946, la compañía de seguros La Latinoamericana obtuvo el permiso de la Secretaría de Hacienda para comenzar con la construcción del rascacielos, luego de que se decidiera cambiar el edificio más pequeño en el que trabajaban.
La construcción del rascacielos comenzó en febrero de 1948 y concluyó en 1956, durando cerca de ocho años, dado a que, al tratarse de una zona sísmica, se elaboró un programa de investigación del subsuelo para darle a la construcción un buen aislamiento sísmico.
PGG