El rezago educativo que arrastra el país ya comenzó a impactar de manera directa en la competitividad de las empresas, al grado de que industrias y comercios enfrentan dificultades para encontrar mano de obra con habilidades básicas.
Esta situación está estrechamente ligada a la deserción escolar y a fallas estructurales del sistema educativo, señaló Israel Sánchez Martínez, presidente nacional de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF).
"Empresas que han contratado maestros para español y matemáticas para enseñarle a jóvenes de 18 a 21 años que no saben ni leer instrucciones básicas, esto lo vimos en los 80´s cuando las empresas tenían que contratar tutores hoy lo vemos otra vez después de 50 años, la verdad eso es un retroceso porque el niño no aprende en la escuela y tiene que aprender el doble en el trabajo y disminuye la competitividad". Israel Sánchez Martínez, presidente nacional UNPF.
De acuerdo con el dirigente, esta pérdida de competitividad es consecuencia de un rezago educativo que se profundizó tras la pandemia y que hoy se refleja en cifras alarmantes de deserción.
“A inicios del ciclo escolar 2025-2026 tenemos el registro de más de 10 millones de niños que desertaron de las escuelas a nivel nacional”, desde nivel básico hasta media superior, a lo que se suman “más de 400 mil jóvenes que ya no regresaron en enero de 2025”, dijo. Mientras que en Guanajuato fueron 85 mil después de la pandemia y se han recuperado 76 mil.
Sánchez Martínez advirtió que el problema no es únicamente la ausencia de los alumnos en las aulas, sino la baja calidad del aprendizaje.
“Hoy ya tenemos población de 15 años que no sabe leer ni escribir de manera adecuada y eso limita sus oportunidades de empleo y desarrollo profesional”, lamentó.
El presidente de la UNPF atribuyó este escenario a tres factores principales: la pandemia, la implementación de un modelo educativo sin diagnóstico previo y el deterioro de la infraestructura escolar.
“Se aplicó un modelo improvisado de la Nueva Escuela Mexicana, con planes y programas que no fueron consultados y sin evaluación, primero se hicieron los libros de texto y después los planes y programas”, expuso.
A ello se suma el abandono de las escuelas públicas, más del 50 por ciento de la infraestructura educativa está desatendida u obsoleta; hay escuelas sin luz, sin internet y con equipos que no se pueden usar, lo que desalienta a los padres de familia.
Sánchez Martínez, dijo que de no atenderse el problema como una política pública integral, las consecuencias serán mayores.
“Un joven que no sabe leer ni escribir no es competitivo y difícilmente será contratado y la situación ya se traduce en subempleo y en la pérdida de atractivo para nuevas inversiones en distintas regiones del país”, sostuvo el dirigente nacional de los padres de familia Israel Sánchez.