Cada Semana Santa, cientos de miles de pasos retumban en los senderos polvorientos de Jalisco. Son los pies de los fieles que recorren la emblemática Ruta del Peregrino rumbo a Talpa de Allende, un trayecto que es tanto físico como espiritual.
Entre ellos camina Moisés Santiago, un joven que convirtió el dolor por la pérdida de su abuelo en una promesa viva, que renueva con cada paso desde La Venta del Astillero hasta el santuario de la Virgen del Rosario.
¿Cómo es el viaje de Moisés por la Ruta del Peregrino?
Para Moisés, el viaje no empieza cuando los tenis tocan el suelo, sino mucho antes, con el recuerdo de su abuelo y una promesa hecha desde el corazón.
“Prometí que iba a ir cada año que pudiera… y aquí seguimos, echándole ganas, puro pa’lante”, dice mientras ajusta su mochila y carga no solo agua o provisiones, sino también fe, memoria y esperanza.
La Ruta del Peregrino atraviesa algunos de los paisajes más duros y hermosos de la Sierra Madre Occidental. Desde Lagunillas, en Ameca, hasta Talpa de Allende, los caminantes pasan por Mixtlán, Atenguillo, y cruzan el imponente Espinazo del Diablo, una subida exigente tanto para las piernas como para la voluntad. En su cima, las cruces de madera recuerdan que no todos logran llegar. Pero Moisés sigue, como cada año, impulsado por algo que no se ve, pero que se siente.
“Lo chido es el cansancio, porque se siente bonito”, asegura.
En cinco días de caminata, experimenta todo: el calor del día, el frío nocturno, ampollas, risas compartidas, silencios respetuosos y la solidaridad de otros peregrinos. Aunque no entrena físicamente, dice que lo único que lleva consigo es la fe: “Mucha fe y pa’lante”.
En el camino, los apoyos de Protección Civil y Bomberos de Jalisco ofrecen ayuda médica, hidratación y descanso. Aun así, el peregrino avanza con lo que tiene y con lo que cree. La emoción alcanza su clímax al entrar a Talpa. Moisés lo hace acompañado de una danza de tastuanes de Nextipac. Al cruzar el arco de bienvenida, los gritos de ánimo lo envuelven como una ola. Es el final del camino, pero también el inicio de una nueva etapa: cumplir la promesa.
¿De dónde surge la Ruta del Peregrino?
La devoción a la Virgen del Rosario en Talpa de Allende tiene más de 300 años de historia. Desde el llamado “Milagro de la Renovación” en el siglo XVII, el santuario ha sido un faro de fe para miles de creyentes. Durante Semana Santa, aunque la fiesta oficial de la Virgen se celebra el 7 de octubre, más de 100 mil peregrinos llegan al pueblo, impulsados por mandas, promesas o simplemente la necesidad de creer.
Dormir en el suelo o en albergues improvisados no es una incomodidad, sino parte del ritual. Porque aquí la fe no sigue calendarios, sino pulsos del alma. Al final, lo esencial no es solo llegar a Talpa, sino también llegar a uno mismo.
AM