A 50 años de que se registrara una de las peores tragedias en Saltillo, algunos medios manejan como oficial que el accidente ferroviario ocurrido al sur de la ciudad, también conocido como “Trenazo de Puente Moreno” pasó el 4 de octubre de 1972 alrededor de las 23:25 horas, otros manejan el dato que el 5 de octubre se registró el descarrilamiento a las 23:07 horas.
Hecho en el que un ferrocarril de pasajeros llamado “El tren peregrino” el cual contaba con 22 carros, arrastrado por las máquinas 8405 y 8404 se descarriló; venía de la ciudad de Real de Catorce, San Luis Potosí, lleno de peregrinos que habían ido a las festividades para venerar a San Francisco de Asís y se dirigía a la capital de Coahuila, lugar donde perdieron la vida aproximadamente 300 personas, aunque no hay una cifra exacta, ya que se rumora fueron más.
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La tripulación la formaban: Jesús Rocha Serna, como conductor, Melchor Sánchez Chavarría como maquinista, Ignacio Carrizales García como fogonero y los garroteros Juan Juárez Alvarado, Vicente Martínez Torres y Pedro Rodríguez Barbosa, quienes estuvieron en un proceso penal, acusados de los delitos de imprudencia grave con resultado de ataque a las vías generales de comunicación, homicidio, lesiones y daños a propiedad ajena, por lo que les aplicaron condenas de 8 a 18 años de prisión.
Durante todo el proceso la tripulación siempre se declaró inocente, reiteraron que los vagones eran muy viejos y que falló el sistema de frenos del tren, al cortarse o zafarse la manguera del aire que hacía accionar el sistema de frenado y que incluso, en repetidas ocasiones aplicaron el freno de emergencia el cual tampoco funcionó. Además, negaron que en el tren hayan venido bebiendo y acompañados de mujeres.
En torno a esto último, el entonces juez auxiliar del poblado “Huertas de Moreno”, Maximiliano Juan González, levantó un acta en la que afirma que fue de los primeros en llegar al lugar del accidente, y que los miembros de la tripulación no estaban borrachos y que no había mujeres que les acompañaran. Cabe señalar que el único que no estuvo en la cárcel fue el garrotero Vicente Martínez, quien huyó luego de que corrió por las vías un kilómetro al sur, para encender bengalas y poner petardos, con lo que logró detener al Tren Número Uno que también traía peregrinos, gracias a su acción se evitó una desgracia mayor, pero aun así fue acusado.
Otra de las especulaciones sobre el accidente gira en torno a que hubo una sobreventa de boletos que hizo que el tren estuviera muy lleno, los vagones con cupo para 80 personas llevaban casi 120 y a eso se le sumó las malas condiciones del ferrocarril en el que iba este grupo de personas.
La velocidad de la pesada unidad superaba los 120 km por hora y al aproximarse a Saltillo la tripulación intentó frenar la unidad, pero por el sobrepeso los frenos no respondieron y entrando a una pendiente la velocidad se incrementó hasta llegar a una pronunciada curva que se encontraba antes de llegar al Puente Moreno a las afueras de la ciudad y el tren terminó por descarrilarse.
Hay quien afirma que el suceso fue producto de un sabotaje, como lo señala Víctor Manuel Villaseñor en su libro “Memorias de un hombre de izquierda”, quien en aquel entonces era director de Ferrocarriles Nacionales de México.
Se dice que en el sepulcro del tren se pueden oír los gritos de la gente pidiendo auxilio, a 50 años de este lamentable suceso.
JVS