Una tos que no se va, manchas rojas en la piel y fiebre alta pueden parecer señales de una simple alergia, pero podrían ser algo más serio: sarampión.
En una temporada donde los cambios de clima confunden al cuerpo y los síntomas se entrelazan, identificar qué padecimiento te afecta es clave para recibir el tratamiento correcto y evitar contagios.
Sin embargo, existen diferencias clave que ayudan a identificar cuál es cuál y actuar a tiempo.
El sarampión es una enfermedad viral altamente contagiosa causada por un virus de la familia Paramyxoviridae. Los primeros síntomas aparecen entre 8 y 12 días después del contacto con el virus y se asemejan a los de una gripe fuerte:
- Dolor de garganta y tos seca
- Dolor muscular y cansancio excesivo
- Fiebre superior a 38 °C
- Nariz congestionada o con escurrimiento
Entre tres y cinco días después, surgen las manchas rojas características que no pican y comienzan en el rostro, especialmente detrás de las orejas, extendiéndose por todo el cuerpo.
También pueden observarse puntos blancos con borde rojo dentro de la boca (conocidos como manchas de Koplik), un signo distintivo del sarampión.
Los síntomas graves incluyen fiebre persistente, vómito, diarrea, dificultad para respirar, somnolencia excesiva o convulsiones, los cuales requieren atención médica inmediata, especialmente en niños pequeños o personas no vacunadas.
¿Y si solo es alergia?
Las alergias son reacciones del sistema inmunológico ante sustancias inofensivas, como el polen, los ácaros del polvo, el moho o algunos alimentos. A diferencia del sarampión, las alergias no son contagiosas y pueden durar desde horas hasta varios días según la exposición al alérgeno.
Los síntomas comunes son:
- Estornudos y goteo nasal
- Picazón en ojos, garganta o piel
- Ojos llorosos o enrojecidos
- Urticaria o ronchas que sí pican
- Tos leve o sibilancias
Mientras que el sarampión provoca fiebre alta y malestar general, las alergias rara vez generan fiebre. Además, las manchas alérgicas suelen picar y aparecer de forma repentina, mientras que las del sarampión no pican y se extienden gradualmente.
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La clave: vacunarse y acudir al médico
La vacunación sigue siendo la mejor forma de prevenir el sarampión, especialmente en niños menores de un año y adultos que no cuentan con el esquema completo.
En caso de presentar síntomas sospechosos, es importante no automedicarse y acudir al centro de salud más cercano para obtener un diagnóstico certero.
Recordemos que tanto las alergias como el sarampión pueden compartir manifestaciones iniciales, pero una evaluación médica y, de ser necesario, pruebas de laboratorio son fundamentales para confirmar la causa y recibir el tratamiento adecuado.
KH