La cremación o incineración es la práctica de deshacer un cuerpo humano muerto con fuego, lo cual se realiza con frecuencia en un lugar denominado crematorio; se trata de una alternativa que en la sociedad contemporánea gana más popularidad para la disposición final de un cadáver, es decir, que los restos queden reducidos a cenizas.
Según sus propias creencias, algunas personas optan por esparcirlas en algún sitio importante para el difunto, repartirlas entre los seres queridos o convertirlas en joyas; sin embargo, la iglesia católica no está de acuerdo con estas prácticas.
En entrevista, Francisco Javier Martínez Castillo, vocero de la Arquidiócesis de Puebla, compartió que según el documento “Instrucción Ad resurgendum cum Christo”, la Iglesia católica prefiere la sepultura de los cuerpos, ya que a través de esta se fomenta por generaciones el respeto por aquellos que ya no están entre los vivos.
“Puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana; también hay algo muy relevante: se evita la posibilidad de falta de respeto de olvido de malos tratos”
Detalló que en caso de recurrir a la cremación, las personas no deben caer en actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte, pues se deben seguir algunas reglas como ubicarlas en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en un templo o área especial apoyada por la autoridad eclesiástica competente.
Resaltó que por la pandemia de covid-19 algunos fieles optaron por llevar a cabo la cremación de sus familiares, por lo que recomendó llevar las cenizas a algún nicho en el templo elegido, escuchar misa y pedir por el descanso del ser querido, rendirle oración y respeto a quien en vida fue valioso.
“Mantener viva su memoria, mantenernos en la comunión a través de la plegaria y eso ayudará a que las heridas, el dolor y la pena sean más llevaderos hasta el punto de poder decir: 'lo he superado', pero eso no significa: 'ya me olvidé de mí ser querido'”, expresó.
Añadió que para la Iglesia católica la vida no termina con la muerte biológica y en esta temporada no se celebra la muerte, sino la vida, es decir, la presencia de nuestros seres queridos en nuestros corazones y memoria.