Con el esfuerzo de años, Nadia Elizabeth González, construyó su hogar en la junta auxiliar de San Pablo Xochimehuacan, recuerda que era una casa de dos pisos en la que vivía con su madre; nunca imaginó que de la noche a la mañana lo perdería todo.
En entrevista, su madre narró que esa noche un grupo de vecinos tocaron desesperadamente a su puerta, que estaba a una calle de la explosión de un ducto clandestino de gas LP, y las alertaron de lo que estaba pasando, de esta manera pudieron evacuar salvando así, sus vidas.
Explicó que no todas las casas resultaron afectadas, como fue el caso de la vivienda de su hija, que solo tenía daños en ventanas y puerta, de acuerdo al primer reporte que les dieron, sin embargo, cuando les fue permitido entrar a la que por mucho tiempo fue denominada “zona cero”, su casa ya había sido derribada.
“No estaba dañada en nada, de hecho especificaron que solo eran vidrios y puertas, que lo demás estaba en buen estado, pero aun así la tiraron”, comentó.
Detalló que no las dejaron llevarse nada, ni sus muebles, ropa o documentos, expresó que todos sus recuerdos desaparecieron en un par de semanas. Pese a estos hechos recuerda con cariño el apoyo que recibió, pues le llevaron comida, ropa, y en su caso se fueron a vivir a casa de un familiar, donde continúan viviendo, ya que la vivienda que les fue entregada el pasado 15 de agosto no está en óptimas condiciones para habitarla.
“Como acaba de ver, las casas todavía no están terminadas y pues si no tienen servicios como vamos a vivir”, compartió.
Agregó que entre los servicios que carecen se encuentra el agua, refirió que gastan 900 pesos en adquirir una pipa, a esto se suma la falta de transporte público; a su decir no hay unidades que lleguen hasta donde ellos viven, por otra parte, compartió la delincuencia que se vive en la zona, pues, se han robado puertas, tinacos, baños de los inmuebles que aún no son habitados.
Añadió que lo único que piden es que las autoridades den las facilidades para mejorar las condiciones en las que se encuentran las nuevas viviendas, para poder vivir en la casa que les donó el gobierno estatal y volver a construir un nuevo hogar, ya que a palabras de la madre de Nadia Elizabeth González, “nunca será lo mismo”.