Los frescos de Capilla Sixtina es una de las obras de arte más reconocida y admirada a nivel mundial, tanto que actualmente en el Zócalo de la Ciudad de México se presenta una réplica de la monumental obra que pintó el toscano Michelangelo Buonarroti, mejor conocido en la lengua castellana como Miguel Ángel.
Pero a propósito de esta exposición en la capital, vamos a dar un repaso por la historia de esta imponente obra.
La Capilla Sixtina es una de las capillas del Palacio Apostólico en la Ciudad del Vaticano, sede de la iglesia católica y donde se encuentra la residencia oficial del papa.
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Fue construida por los arquitectos Giovannino de Dolci y Baccio Pontelli. Inició su construcción en 1473 y cuenta con estilo del Renacimiento.
Su nombre viene del papa Sixto IV quien ordenó su restauración entre 1473 y 1481. Desde ese entonces esta capilla ha servido para celebrar actos y ceremonias papales.
En un principio la bóveda de la Capilla Sixtina estaba decorada solo con estrellas doradas en un cielo azul.
Durante el pontificado de Sixto IV, un grupo de pintores renacentistas fueron llamados para realizar trabajos en la capilla, entre ellos Sandro Botticelli, Pietro Perugino, Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cosimo Rosselli y Luca Signorelli.
Las pinturas fueron terminadas en 1482, y con motivo de la festividad de la Asunción, Sixto IV celebró la primera misa en la capilla consagrándola a la Virgen María.
¿Cómo fue que Miguel Ángel pintó los frescos de la Capilla Sixtina?
En 1505, el papa Julio II mandó llamar a Miguel Ángel para realizar su tumba, sin embargo, entre ambos se produjo una ruptura y el artista abandonó Roma. Pero el papa insistió en que Miguel Ángel trabajara para él y pidió su regreso a Roma para un nuevo proyecto: los frescos de la bóveda de la Capilla Sixtina.
El artista, quien se especializaba en la escultura y jamás había pintado frescos, le tomó cuatro años en terminar este trabajo, desde 1508 hasta 1512. El tamaño gigantesco de las figuras y la dificultad de aplicar la pintura en los techos curvos convierten este fresco en una obra de arte sin precedentes que cambiaría el curso del arte occidental.
Para la realización de esta obra Miguel Ángel no contó con ayudantes, solo solo unos obreros que se encargaron de preparar el techo del recinto.
Miguel Ángel con severos problemas de salud por pintar frescos en la Capilla Sixtina
Se dice que durante los cuatro años que duró la creación de esta obra, Miguel Ángel trabajó largas jornadas boca arriba sobre andamios, la pintura caía en sus ojos, e incluso se cayó del andamio en un par de ocasiones.
Fue tal el trabajo que llevó esta obra, que incluso en algunos de sus escritos el propio artista comentó que trabajar desde los andamios le provocaba dolor y otros problemas de salud como reumatismo incipiente, vértigos y problemas en los tendones del cuello, problemas respiratorios, escoliosis, piedras en el riñón y retención de líquidos.
Pero además del dolor, otro problema fue el olor, pues aseguran que el artista durante ese tiempo no se bañó. Según sus ayudantes desprendía un olor insoportable: “Era como estar con un cadáver”.
Miguel Ángel volvió a trabajar en la capilla Sixtina entre 1536 y 1541, pintó el fresco el Juicio Universal en la pared del coro, encargo de Pablo III.
Para la obra de la Capilla Sixtina, Migue Ángel utilizó, sin tener experiencia, la técnica del fresco que no dejaba margen de error, y debía realizarse en tan sólo ocho horas antes de que todo se secara.
Los frescos de la Capilla Sixtina
El techo está dividido en nueve paneles, que representan escenas del libro del Génesis. Es decir: representan la historia de la creación del mundo según la iglesia católica. Los paneles están dedicados a:
- La separación de la luz y las tinieblas
- La creación del Sol, la Luna y los planetas
- La separación de la tierra y el mar
- La creación de Adán
- La creación de Eva (panel central)
- La expulsión del paraíso
- El sacrificio de Noé
- El diluvio universal
- La embriaguez de Noé
¿Qué función tiene en la actualidad la Capilla Sixtina?
Actualmente la Capilla Sixtina es sede del cónclave, es decir, la reunión en la que se elige a un nuevo papa.
PGG