Renovación del jardín del Museo del Caracol rescata proyecto original  

Para dar a conocer la renovación de este espacio del recinto ubicado en el Bosque de Chapultepec.

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Con la intención de rescatar la visión del proyecto original, se llevó a cabo la mesa de análisis “El jardín de azotea del Museo del Caracol”, para dar a conocer la renovación de este espacio del recinto ubicado en el Bosque de Chapultepec.

Con la participación de especialistas en arquitectura y paisaje, la mesa propone la reflexión sobre el diseño concebido por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez (1919–2013), el cual iba encaminado a reforzar la mexicanidad a través de las cactáceas.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó que el encuentro contó con la participación de la directora de la Galería de Historia, Museo del Caracol, Julieta Gil, los arquitectos Javier Ramírez Campuzano, hijo de Pedro Ramírez Vázquez; Marcos Mazari Hiriart, director de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

Así como de Teru Quevedo, arquitecta paisajista, y Amparo Gómez, historiadora del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec; los presentes festejaron las labores de recuperación del espacio que fungía como mirador de la Ciudad de México, las cuales han durado un año.

El jardín botánico de la UNAM colaboró con los trabajos de recuperación, se retiró la vegetación en malas condiciones y se sembraron nuevos cactus, magueyes, biznagas, suculentas y una gran variedad de cactáceas mexicanas, de igual forma, se incluyeron cédulas explicativas sobre la flora, explicó Gil.

El hijo de Ramírez Vázquez dijo que su padre concibió dicho proyecto respetando el paisaje natural, siendo el mismo bosque el que definió su arquitectura, así como lo vanguardista del proyecto, debido a que ahora se habla de azoteas verdes, y dicha propuesta la desarrolló en los años sesenta del siglo XX.

Por su parte, Marcos Mazari Hiriart mencionó que el recinto es una síntesis de una serie de conceptos arquitectónicos que mezclaron el espacio interior con el exterior, haciendo que el museo no invadiera el bosque de Chapultepec, sino que sirvió para dialogar con él.

“Fue una aportación de Ramírez Vázquez, por lo que es muy importante que este recinto se dé a conocer más, porque además de sus colecciones, el jardín es un espacio tan atractivo e importante como cada una de las salas que lo conforman”, afirmó el arquitecto.

Finalmente, la arquitecta paisajista Teru Quevedo comentó que “es representativo de la arquitectura moderna, donde interviene el funcionalismo en un espacio público que podría ser la primera azotea con un espacio verde en su diseño”.

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