La ironía del monumental de la Calzada Independencia. El Estadio Jalisco pasó por la pesadilla de la mayoría de los infantes: se quedó solo en su cumpleaños. Abandonado a consecuencia de un grito homofóbico, el inmueble histórico vio pasar su aniversario 60 sin pena ni gloria, porque ni siquiera hubo aficionados que celebraran el triunfo de Atlas sobre Tijuana, no hubo lamentos, nerviosismo, ni mucho menos desahogos en los gritos de gol.
Sin embargo, hubo unos cuantos que nunca se enteraron del veto, hasta que llegaron al inmueble y lo vieron cerrado.
“Vengo de Phoenix, Arizona, a ver el partido Atlas contra Xolos pero resulta que el estadio está vetado y ya no pudimos entrar, nos dimos la vuelta desde Phoenix sólo para eso, pero no sabíamos. Pensamos que no iba a haber juego, dijimos: ¿qué está pasando?, estaba todo muy solo, no había vendedores. Me voy a regresar al hotel (para ver el juego), no queda de otra”, mencionó Abel Íñiguez, aficionado que viajó desde Estados Unidos para ver el juego.
Aquel Jalisco que vibró con la atajada de Gordon Banks a Pelé, que vio brillar a Zico, que atestiguó cómo el Guadalajara levantaba un par de copas, se convirtió en un desierto que contrastaba completamente con toda su historia.
No hubo quien vendiera playeras ni pintara mejillas, ni quien calmara su hambre con tortas ahogadas, ni banderas, ni trompetas. A noche el estadio Jalisco se festejó a sí mismo sus 60 años, estoico para recibir una jornada más, de muchas que ya ha hospedado, y de bastantes que todavía le quedan pendientes en un futuro.