Nada más tuvieron que darle 15.000 dólares en su primer contrato. Y pudieron dárselo gratis.
La historia de la firma de José Altuve con los Astros de Houston es conocida pero nunca aburre, menos en el contexto del impacto del segunda base venezolano con la franquicia que le dio la oportunidad — inclusive tras haberle rechazado al considerar que era demasiado bajito.
Cuando Altuve ha bateado de jonrón en la postemporada, los Astros ostentan marca de 10-1. Y el último de esos cuadrangulares es el más memorable de todos, frente a Aroldis Chapman de los Yanquis de Nueva York. Es el que tiene a Houston en su segunda Serie Mundial en tres años.
¿Y por qué ese jonrón para sellar el banderín de la Liga Americana fue el desenlace ideal? Porque el manager AJ Hinch no se cansa de repetir que Altuve representa “todo lo bueno” de los Astros, su “alma y corazón”.
Altuve es el jugador con más tiempo de servicio en el equipo. Llegó antes del inicio de la radical reconstrucción del roster que emprendió el gerente general Jeff Luhnow.
Le tocó pasar los años atroces de la franquicia, las tres temporadas de más de 100 derrotas, de 2011 al 13, siempre con la fe ciega de un resurgimiento.
A sus 29 años, no puede pedir más en su expediente individual: un premio al Jugador Más Valioso (MVP) en 2017, tres campeonatos de bateo, cuatro campañas seguidas de al menos 200 hits.
“Ha estado con nosotros desde el comienzo. Ha tenido momentos grandiosos”, dijo Luhnow durante la celebración del título de la Americana. “Pero el batear un jonrón para acabar un juego y llevar a tu equipo a la Serie Mundial, luego que habíamos malogrado la ventaja, contra uno de los mejores cerradores del béisbol. Es algo que vamos a leer durante muchísimo tiempo”.
Altuve lo hace todo bien, y lo hace con el mismo fervor con el que en 2007 insistió que le dieran la oportunidad de demostrar a los Astros que era capaz de rendir.
Su ambición no ha menguado en nada, pese a sus laureles individuales y a que está por completar el segundo año de los siete de una extensión de contrato con un monto de más de 163 millones de dólares.
La seguidilla de cinco comparecencias de Altuve en el Juego de Estrellas fue interrumpida este año, por una secuela de problemas físicos. Después de someterse a una cirugía en la rodilla derecha al final de la pasada campaña, entró en la lista de lesionados en mayo por una dolencia muscular en la pierna izquierda. Amaneció el 20 de junio con un promedio de .235.
No fue hasta julio que apareció el verdadero Altuve, cerrando la temporada regular con un promedio de .298.
“Eso quedó en el pasado”, dijo Altuve durante la serie contra Nueva York. “No estaba al ciento por ciento. Ahora lo estoy. Ahora siento que estoy bien y puedo ayudar al equipo”.
Sin Altuve, los Astros no estarían ahora preparándose para enfrentar a los Nacionales de Washington en el Clásico de Octubre. Batea para .349 (14 hits en 43 turnos), con 5 jonrones, 8 impulsadas y 10 anotadas.
Después de las primeras dos series de postemporada, los Astros tienen un promedio colectivo de .208, muy por debajo del .278 con el que lideraron las mayores durante la campaña regular. Si se resta el aporte del MVP de la serie de campeonato de la Americana, la cifra bajaría 20 puntos más.
Sus compañeros le tienen en un pedestal, algo totalmente justificado para el guerrero que mide 1,68 metros (5,5 pies).
“De rogar por un contrato profesional, de tocarle perder 100 juegos tres veces seguidas a ganar 100 juegos tres veces seguidas, pues no hay nadie que mejor personifica a los que se menosprecian”, dijo el as de los Astros Gerrit Cole. “Y realmente no hay otro jugador con el talento que él tiene”.