Devon Allen, receptor de los campeones de la Conferencia Nacional (NFC), los Philadelphia Eagles, afirmó este martes que es el jugador más rápido en la NFL de cara a la temporada 2023.
"Definitivamente que lo soy, estoy tratando de equilibrar el atletismo con el fútbol americano, es difícil, pero me estoy divirtiendo. Mientras pueda mantenerme saludable puedo competir contra estos muchachos", afirmó el atleta de 28 años.
Allen pasó la temporada 2022 en el equipo de prácticas de los Eagles y para este año está decidido a estar entre los 53 jugadores que buscarán regresar a disputar un Super Bowl, luego de que cayeron en la edición LVII ante los Kansas City Chiefs.
El nacido en Phoenix, Arizona, ha repartido su carrera entre las pruebas de velocidad y la actividad en la NFL a la que llegó la temporada pasada con Philadelphia.
En los anteriores Juegos Olímpicos de Tokio ocupó la cuarta posición en la prueba de 110 metros con vallas con 13.14 segundos, la medalla de oro fue para el jamaicano Hansle Parchment con 13.04. En Río de Janeiro 2016 acabó quinto en esa prueba con tiempo de 13.31.
En junio de ese año compitió en el Gran Premio de New York de los USA Track & Field (USATF); ocupó el segundo lugar con tiempo de 13.04 segundos en los 110 metros con vallas, el cuarto registro más rápido del mundo en lo que va del 2023.
Confiado en su velocidad subrayó que hoy superaría en el terreno al receptor estrella de los Miami Dolphins, Tyreek Hill, lo mismo que al estelar de los Seattle Seahawks, DeKaylin Zecharius Metcalf.
"No voy a criticar a Tyreek Hill y DK Metcalf, aunque han sido increíbles en sus apariciones en pista. Corrí con Tyreek Hill cuando estaba en la secundaria y Metcalf corrió 10.37 segundos hace un par de años en 100 metros lisos, eso es súper impresionante", reconoció.
Nadie duda de la velocidad de Allen, pero tendrá convencer al entrenador de los Eagles, Nick Sirianni, de que puede ser al mismo tiempo confiable con las manos para estar entre la baraja de opciones ofensivas del 'quarterback' Jalen Hurts.
"El año pasado mi primer torbellino fue el campo de entrenamiento; ser arrojado al fuego y darme cuenta de que ya no estaba en el colegio. Jugué en la Universidad de Oregón, pero la NFL te lleva a otro nivel", concluyó.
Rja