La Selección de España cayó 2-1 ante Japón en el último partido de la fase de grupos, por los que los europeos avanzaron a los octavos de final del Mundial de Qatar 2022.
Los goles del encuentro fueron obra de Álvaro Morata por los ibéricos. Mientras Ritsu Doan y Ao Tanaka le dieron la voltereta al marcador a favor de los asiáticos.
Lo preveía Luis Enrique que revolucionó su once con hasta cinco cambios, buscando frescura e insistiendo en la figura de Rodri como central, único superviviente en una defensa cambiada al completo. Buscó la profundidad con Balde y el desborde de Nico Williams. Ante una defensa de cinco debía abrir el campo. Nada le salió. Su equipo fue víctima de la monotonía.
Desde el dominio abrumador de la posesión en el primer acto, España aceleró cuando Pedri subió de marcha y la movilidad de Gavi apareció entre espacios. Solo desde el error, en una mala salida de balón de Pau Torres o un despiste grave de Busquets, con disparo de Ito al lateral de la red, Japón sintió la opción de poder hacer daño al inicio. Protegiéndose en su terreno. Esperando su momento.
La relajación llegó provocada desde la ventaja en el marcador por el hambre de éxito de Álvaro Morata. Ya había probado al portero Gonda, cuando encontró el centro medido de Azpilicueta para cabecear, libre de marca, a placer, picado abajo para situar su nombre a la altura de Zarra. Tres goles en sus tres primeros partidos en un Mundial.
Lo sintió hecho España que no había sufrido en el Mundial, apenas unos minutos de impotencia ante Alemania en la recta final, sin saber ejecutar un plan alternativo cuando adelantó líneas en la necesidad germana. Resucitó esa posesión improductiva horizontal que dejó heridas en el pasado, instalada en la improductividad. En un sesteo del que solo el hambre de Morata parecía lanzar un mensaje contrario.
Con Unai Simón caminando de nuevo por el alambre en inicios de jugada evitables que no solo instala el susto en el aficionado, también despierta rivales. Recortó encimado de zurda hacia su portería y a punto estuvo de marcarse en propia puerta. Los primeros trazos del despertar nipón llegaron con una carrera de Kubo contra el mundo, sacando a relucir dureza en un mensaje a un rival que se sintió clasificado.
Una debilidad desconocida con Luis Enrique al mando, apareció en unos minutos de incertidumbre en el arranque del segundo acto. En cuanto Japón pasó al plan b, con retoques de su seleccionador Hajime Moriyasu, salió a morder y sacó a relucir todas las carencias insospechadas de España. Blando en la pugna por un balón Balde, como no en pase de riesgo de Unai tras cesión evitable de Rodri. La lenta reacción del portero al disparo centrado de Doan provocó el empate.
En dos minutos que pasan a la historia negra de los Mundiales de España, Japón volteó el marcador. Tardó más el VAR en dar validez a su segundo tanto que los 'samurais azules' en dar una bofetada de realidad a la Roja. El centro por la banda de Balde, Unai sin atreverse a dar el paso al frente y la pelea con corazón por un balón que parecía haber salido por línea de fondo antes de que Tanaka marcase a placer.
Los males iban más allá de lo que ocurría en el Khalifa Internacional. Japón era primera. Durante unos minutos España estuvo eliminada. Costa Rica remontaba a Alemania y la primera vez que se veía por detrás en el marcador, el castigo era mayúsculo.
El pánico se sintió. Los cambios de Luis Enrique devolvieron al plan inicial, la entrada de Marco Asensio, Ferran Torres y hasta el debut de Ansu Fati en busca de un gol que primero necesitó y luego, cuando Alemania reaccionó, habría salvado el honor pero complicado el camino. Y fue incapaz España aunque quiso.
Marco Asensio con un disparo de zurda que sacó abajo Gonda y una ocasión perdonada por Dani Olmo fueron las únicas acciones de peligro de un equipo que pasa de la exhibición ante Costa Rica a la duda como castigo a la falta de actitud competitiva.
España no se cruzará con Brasil en los hipotéticos cuartos, pero no por especulación. Su realidad fue peor ante Japón, que se cita con Croacia. Marruecos medirá la realidad de la selección de Luis Enrique, preparada para la ola de crítica que se avecina.