El reencuentro goleador de Darwin Núñez doce partidos después, con un buen tanto en el minuto 6 con el interior del pie derecho desde el borde del área, marcó la diferencia a favor del Liverpool, el nuevo líder provisional de la 'Premier' inglesa, infinitamente superior una hora, pero apurado después por su mínima ventaja, hasta el 0-2 al borde del final de Diogo Jota.
Cuando el derechazo de Bruun Larsen, ya en el 87, se perdió fuera del marco de Alisson, el susto era evidente en las filas del equipo de Jurgen Klopp, que jugó con fuego, pero sentenció con el 0-2 para salir tan vencedor como refleja su primera posición de la tabla en el 'Boxing Day', con la presión que eso supone sobre el Arsenal, enfrentado el jueves al West Ham y con la obligación de ganar para retener la cima.
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Dos puntos por encima con un partido más, con una sola derrota en sus últimos 30 compromisos en la 'Premier' (el 1 de abril por 2-1 contra el Tottenham), pero también con sólo cinco triunfos en sus últimas nueve jornadas o con dos empates consecutivos, el Liverpool cumplió con la victoria. El Burnley sigue penúltimo.
Nadie imaginaba tal y como había sido el primer tiempo, tan temprano como había llegado el primer gol, con tanta superioridad como había demostrado el Liverpool durante una hora de encuentro, con dos goles anulados incluidos, uno a Cody Gakpo antes de la media hora y otro a Elliott ya en la segunda parte, que el encuentro iba a ser tan incómodo después.
El partido pasó del 0-2 invalidado en cuanto el árbitro, Paul Tierney, detectó la influyente posición en fuera de juego posicional de Mohamed Salah (sobre todo para la vista del portero) a la vorágine de un renacido Burnley, como si ver tan de cerca la derrota hubiera sido un impulso del que no había habido ni rastro en todo el tramo anterior del choque.
Hasta entonces fue un paseo para el Liverpool, al que sólo se interpusieron los reflejos de James Trafford, ya con el 0-1 a favor del bloque de Jurgen Klopp: en el minuto 6, la jugada fue de Cody Gakpo, la definición -perfecta- al borde del área, con el interior del pie derecho de Darwin Núñez al otro poste, inalcanzable para el guardameta, que lo atrapó casi todo. Su octavo gol de la temporada con el equipo inglés. El primero desde el pasado 1 de noviembre.
Trafford, que se estiró al remate de Salah instantes después del 0-1 y luego se alió con el larguero, era el mejor de los locales. Sin duda. Y pasó a ser uno más en la segunda parte. El Liverpool decayó. Y el Burnley, muchas más ganas que talento, mucho más ímpetu que precisión, mucho más ofensivo que rematador, se resistió por fin a la derrota. Se rebeló. Y se sintió capaz de todo.
No le gustaba ya nada el partido a Klopp, que gesticulaba, enfadado, exigente, con una versión mucho más reconocible de su equipo, que jugaba al filo de un detalle. Su primera medida fue un triple cambio: fuera Elliott, Gravenberch y Gakpo, dentro Curtis Jones, Szoboszlai y Luis Díaz. Tampoco calmó al Burnley, ganador de las pugnas, de las segundas jugadas, de la inercia que dirigía el partido hacia un terreno inhóspito para el Liverpool.
Sólo el gol de Diogo Jota, ya al borde del minuto 90, alivió al Liverpool, el mejor por ahora de la tabla en Inglaterra, pendiente del Arsenal.
AM