La edición 250 del Clásico de México tuvo un solo dueño, las águilas del América, borraron de la cancha a las Chivas Rayadas del Guadalajara en un Estadio Azteca que lució prácticamente lleno a pesar de la intensa lluvia que cayó durante los más de 90 minutos que se disputaron.
André Jardine viviría su primer Clásico de Clásicos, aunque en plena recuperación tras su operación, pero presente en el banquillo del América sorprendería a propios y extraños con un once en el que no alinearía de inicio al goleador Henry Martín, ni Alejandro Zendejas, además pondría como titular al recién llegado al equipo Igor Lichnovsky.
Con el silbatazo inicial de Fernando Guerrero, el Guadalajara demostraría que no vendría a especular a la casa de su más odiado rival, pronto tomó el mando de las acciones, sin embargo, nada de completo peligro en el arco de Luis Ángel Malagón, América también mostraba poco al ataque, pero pronto cambiarían las cosas.
A los 20 minutos, y luego de que Chivas había sido mejor Brian Rodríguez puso en ventaja a las águilas con una soberbia jugada individual, tras un pase de Julián Quiñones, el charrúa se internó por la banda izquierda y fue recortando rivales hacia su derecha, hasta tres defensores del Rebaño quedaron en el camino antes de que ‘El Rayito’ soltara un disparo que rebotaría en alguno de los defensas que quedaron tirados en el piso para dejar sin posibilidades al Wacho Jiménez, así los azulcremas se adelantaron.
A partir del gol América se adueñó de la pelota, controló los tiempos y siguió buscando el arco rojiblanco, 15 minutos después la recompensa llegó con un zapatazo desde fuera del área de Diego Valdés, que con la pierna derecha mandó a guardar la esférica al fondo de la meta visitante.
Los de Jardine cedieron la iniciativa, y los últimos 10 minutos fueron del Rebaño, disparos con poca precisión del Piojo Alvarado, centros desde las laterales, desbordes sin efectividad de Vega y Calderón, fueron de a poco ahogando al Guadalajara.
A pesar del 2-0 parcial, el grito de “Chivas Chivas” se escuchaba por momentos en el Coloso de Santa Úrsula, pero duraba poco con la sonora rechifla americanista.
En la segunda mitad el chiverío salió con nuevos bríos y pronto causaría peligro en el arco de Luis Ángel que hasta el momento había tenido una noche tranquila, hasta que tras un rebote Ricardo Marín anotaría para tratar de acercar a la visita en el marcador, sin embargo, el silbate Fernando Guerrero anularía el gol por fuera de lugar.
A pesar de anularse el gol, los Rojiblancos se animarían para ir al frente, no por eso los azulcremas renunciarían al ataque, se convirtió en un duelo de ida y vuelta, y fueron los locales los que encontrarían frutos a su insistencia.
Corría el minuto 66 cuando en un despeje después de un tiro de esquina a favor de las águilas, Igor Lichnovsky recuperaría un balón en línea de fondo y retrasaría la pelota para Diego Valdés, que dando una clase de maestría colocaría la pelota en el ángulo superior izquierdo de Jiménez para marcar el 3-0, la conexión chilena surtió efecto.
La anotación pegaría anímicamente en los dirigidos por Paunovic que en Alvarado encontró a su hombre más peligroso, pero poco pudo hacer para ayudar a su equipo.
Nuevamente América se adueñó del encuentro, cada arribo al ataque era sensación de peligro, los azulcremas se convirtieron en una bestia imparable
La gente empezó a gritar “cinco, cinco, cinco”, la afición tapatía anticipó su salida del estadio ante la vergonzosa goleada, mientras Malagón seguía negándole el gol de la honra a las Chivas.
Así finalizó la edición 250 del Clásico de Clásicos con un Guadalajara que sumó su tercera derrota consecutiva en el torneo y un América que con un partido pendiente tomó por asalto el cuarto sitio de la tabla general ganando gustando, goleando y guardando el cero en su arco por segunda ocasión en el torneo, discipando las dudas sobre el equipo, y aunque no es una semifinal, la goleada fue un bálsamo para toda la afición azulcrema que sigue dolida de la última eliminación, solo el tiempo dirá si podrán una revancha en liguilla ante el más odiado rival.
Rja