No habrá Tri en los octavos del Mundial de Qatar, castigada la selección ecuatoriana en el último partido, la recta final de un sueño que se apaga con tanta amargura como ilusión había despertado una selección que no fue capaz de rescatar el punto que le faltaba frente a Senegal (1-2).
Los campeones de África merecieron la victoria, más incisivos, más decididos a ganar el encuentro que les permitía superar, por segunda vez en su historia, la fase de grupos de un Mundial, 20 años después de que alcanzaran los cuartos.
Y cuatro más tarde del fracaso ante Colombia, esta vez superaron a una Ecuador que pagó su inexperiencia, la bisoñez de la benjamina de un Mundial que abandonan con lágrimas en los ojos pero muchas promesas de futuro.
Ecuador se doblegó en el último tramo, tras ilusionar contra Catar y sorprender frente a Países Bajos, tras demostrar que la apuesta de Gustavo Alfaro, la de una joven generación colmada de talento formado en Europa, tenía cabida entre los mejores.
La Tri lo demostró con creces, pero le faltó el realismo de la alta competición, el que tuvo una Senegal más bregada en esas citas, una selección sólida que ha sabido sobreponerse a la baja de su estrella, Sadio Mané, el segundo en la lista del Balón de Oro 2022, al que una lesión sacó de la competición.
La Tri descubrió un papel que, hasta ahora, no le había tocado jugar en Catar, el de la nación sometida por el rival, que impuso un ritmo infernal, tensión absoluta, mucho físico para ir acorralando al combinado sudamericano en su área.
El ímpetu africano fue tan intenso que apenas dejó oxígeno a los de Alfaro para respirar, sometidos a los envites casi desde que se dio el pitido inicial, inaudible entre las salvas de tambores de la grada senegalesa.
Desde el primer compás avisó Idrissa Gueye sobre las intenciones de una selección que necesitaba el triunfo y no pasó ni un instante sin que la meta de Galíndez dejara de estar en su mirilla.
Boulaye Dia se sumó al acoso a los 8 minutos, dando el tono a otros compañeros en una labor de acoso y derribo que se saldó con una docena de disparos en 45 minutos, más que en todo lo que llevaba de Mundial la sólida zaga ecuatoriana.
En medio de la tormenta, solo un par de estiradas de Enner Valencia y Moisés Caicedo dieron tregua a la Tri, que no tardó en verse de nuevo asediada.
No era un acoso brutal, Senegal no conseguía desarbolar a la zaga ecuatoriana, menos segura que en los duelos previos, pero era una lluvia fina, no hiriente pero constante, que iba impregnando de peligro el partido. Peligro para Ecuador. Peligro de muerte.
MN