La imagen de Kylian Mbappé con su madre en el palco del Stade Louis II tras ser sustituido en el descanso marcó otro duelo gris del París Sain-Germain, que no pasó del empate sin goles ante el Mónaco y se salvó de la derrota gracias a las intervenciones de Gianluigi Donnarumma.
El guardameta italiano fue la única buena noticia de un equipo sin estímulos con la Liga prácticamente ganada a falta de un tercio para terminar el curso. Donnarumma completó hasta cuatro intervenciones clave en la primera parte que permitieron al PSG sumar un punto.
- Automovilismo
Y es que el PSG jugó a medio gas, con la cabeza puesta en el choque de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones. Saltó apático al terreno de juego del Stadio Louis II. Sin jugadores que seguramente serán titulares en San Sebastián ante la Real Sociedad como Dembélé, Fabian Ruiz, Barcola o Zaire-Emery, el PSG se convirtió en un equipo excesivamente previsible para un rival de nivel como el Mónaco.
Con la Liga prácticamente resuelta, Luis Enrique se pudo permitir el lujo de especular ante el tercero de la Ligue 1, al que antes del pitido inicial sacaba una renta de trece puntos. Para el Mónaco, sin embargo, el choque era importantísimo en su objetivo de culminar la temporada en una de las tres primeras plazas con acceso a la Liga de Campeones.
La principal atracción del choque, como no Mbappé, pasó absolutamente desapercibida. Su polémica sustitución la pasada jornada a falta de media hora para el final del choque ante el Stade Rennais, se repitió. Si hace una semana se marchó del terreno de juego con su equipo por detrás en el marcador (0-1), Luis Enrique subió la apuesta y le cambió tras el descanso con empate sin goles.
La realidad es que Mbappé no hizo absolutamente nada. Como la gran mayoría de sus compañeros. Todos pasaron desapercibidos en una primera parte pésima del París Saint-Germain, completamente superado por la velocidad y verticalidad del Mónaco, que con Minamino, Ben Yedder y Akliuche inspirados, acosaron sin derribar a un rival que se encomendó a Donnarumma.
El portero italiano sujetó a su equipo. Fue, sin duda, el mejor. Encadenó una larga serie de paradones que dejó al Mónaco sin el premio del gol antes del descanso. Ocasión tras ocasión, desesperó a los jugadores del cuadro monegasco, que se toparon con un auténtico muro infranqueable.
Minamino fue el primero en intentarlo con un disparo desde fuera del área: Donnarumma voló para despejar la pelota; después, Ben Yedder se encontró con la puntera de Donnarumma en un disparo peligrosísimo; Akliouche fue el siguiente en toparse con el portero italiano, que resolvió un mano a mano con un despeje espectacular; y Barogun terminó el carrusel de ocasiones con un intento desde el punto de penalti que salvó, como no, Donnaruma.
El portero italiano hizo su trabajo. Sus compañeros, no. Hicieron aguas y sólo Asensio disparó entre los tres palos con un intento inocente desde fuera del área. Fue lo único que hizo antes de abandonar el terreno de juego lesionado con un pinchazo muscular.
Luis Enrique no esperó ni un minuto para hacer cambios. Al obligado de Asensio, sustituido por Barcola, llegó el sonado de Mbappé, que terminó viendo el partido desde la grada. Después, antes del final, se paseó por la pista de atletismo del estadio. Regaló algún que otro 'selfie'. Parece que todo lo que rodea a Mbappé es una excentricidad. Por lo menos, es extraño. En su lugar apareció Kolo Muani y, luego, a falta de media hora para el final, Dembélé y Nuno Mendes.
Los cambios, y el bajón físico del Mónaco, sentaron bien al París Saint-Germain. Salvo un voleón de Ben Yedder que golpeó en el larguero, el equipo de Luis Enrique ya casi no volvió a sufrir. Incluso consiguió sacudirse el dominio de encima y gozó de alguna ocasión para marcar.
Entonces le tocó el turno a Majecki, que salvó dos ocasiones de Vitinha y el marcador terminó como empezó: 0-0. Curioso. Los dos equipos más goleadores de la temporada, no marcaron. Sin duda, Donnaruma tuvo la culpa.
MPP