La falta de puntería de un Real Madrid que chutó en 35 ocasiones, hasta trece a puerta para marcar dos goles, con el acento brasileño de Rodrygo y Vinícius, provocó que pasase de los momentos de mayor diversión del curso a una innecesaria tensión frente al Shakhtar (2-1).
Espoleado por la imagen dejada en el primer traspié de la temporada, ante el Osasuna en Liga, el Real Madrid recuperó la chispa para abrazarse a la diversión. Voló con Fede Valverde como tercera pieza del centro del campo y un tridente que comienza a entenderse con los ojos cerrados. Un movimiento táctico de Carlo Ancelotti clave, ubicar a Rodrygo a espaldas de Karim Benzema, hasta que cansado de perdonar ocasiones, cerró el encuentro con una innecesaria incertidumbre.
Necesitaba tranquilidad el Real Madrid en la Liga de Campeones, dejar su grupo prácticamente sentenciado con su pleno de triunfos, para desde ahora rotar y centrarse en el pulso liguero con el Barcelona. Para ello era obligado ganar al Shakhtar, que ya bastante mérito tiene en competir con la situación que se vive en Ucrania.
Y encontró el Real Madrid un rival propicio para reencontrarse con sus mejores sensaciones. El escenario perfecto para las diabluras de Vinícius. Era absurdo forzar a Modric, por lo que Valverde apareció en el centro del campo y encontró una autopista en la banda derecha, libre para su potencia, por el movimiento táctico de Rodrygo hacia el centro. Desató conexiones continuas con Benzema, que se cansó de repartir fútbol.
A la diversión le faltaron goles hasta que el acierto lo puso Rodrygo en una competición especial. La mitad de sus goles de blanco llegan en una ‘Champions’ en la que ya dejó su nombre para la eternidad con el doblete en el espacio más corto al City, en una de esas remontadas que alimentan la leyenda del rey de Europa. Desde su nueva ubicación soltó un disparo pegado al poste a los trece minutos que tumbó la resistencia de Trubin.
Desató el equipo de Ancelotti los momentos de un fútbol más vistoso de su temporada. Una cola de vaca de ‘Vini’, un taconazo de Karim, los disparos de Valverde. Era un asedio que sobrepasó al Shakhtar, sin respuestas ni capacidad de frenar una conexión letal. De Fede a Rodrygo, la pared con Benzema, el pase al espacio y la definición de Vinícius.
El segundo parecía sentenciar el partido y anunciar una goleada. En plena avalancha, Benzema buscaba su reencuentro con el gol, a Vinícius le impedían bajo palos su doblete y más tarde se topaba con Trubin en una de esas que un goleador no debe perdonar. Perdonó tanto el Real Madrid que, aunque pareciese increíble, la primera llegada con peligro del Shakhtar puso el partido en un puño.
La tijera libre de marca de Zubkov al pase desde la izquierda de Mykhaylichenko, volvió a sacar las carencias defensivas de un Real Madrid que no logra dejar su portería a cero en ningún partido. Solamente lo lograba en la Liga de Campeones, ante Celtic y Leipzig, pero el mal liguero se extendió sin que Lunin en su debut en la competición pudiese hacer nada para evitarlo.
Y así, con un exceso de confianza, el partido pasó de tener cara de goleada a convertirse en aviso si se levantaba el pie del acelerador, como demostró Alaba al borde del descanso, perdiendo la marca y permitiendo a Shved sentirse cerca del empate.
Recuperó la actitud en la reanudación un Real Madrid que salió volcado en busca de la sentencia, constantemente en área rival pero sin precisión en el momento de la definición. Alaba de cabeza y el enésimo disparo de Valverde fueron los intentos más claros junto a la mano firme de Trubin a Rodrygo para evitar el tanto por bajo.
El mérito del Shakhtar fue la resistencia, lograr no perder la cara al partido cuando fue atropellado y esperar su momento. Pudo ser con su estrella, Mudryk en una carrera que descosía a la zaga blanca y acabó con Lunin sacando como pudo un rechace.
El apagón madridista llegó siendo dueño de la posesión pero sin verticalidad, con un susto en un balón muerto en el segundo palo y ante algún intento final sin precisión del Shakhtar. El duende de Benzema no aparece, alejado de nuevo del gol pese a sus intentos, con dos claras finales cuando el palo impidió el tanto de Marco Asensio. Lo mejor era el pitido final del colegiado para un Real Madrid que bordó el fútbol por momentos y sintió la exigencia en cuanto rebaja su intensidad.
AM